lunes, 17 de diciembre de 2012

Aki y Carlos Bassas Del Rey

Conocí a Carlos Bassas allá por abril, en un programa de radio. Me sorprendió toparme con semejante enciclopedia con pies en todo aquello que estuviera relacionado con el género negro, tanto en cine como en literatura. Por eso, cuando me comentó que esperaba publicar novela a finales de año, yo pensaba encontrarme con un thriller.

Y qué grande ha sido mi sorpresa cuando el tío va y se descuelga con una novela de aventuras ambientaba en el Japón del siglo XVII, nada menos. Ahora me acuerdo de la gente que se asombraba del exotismo de mi Beautiful Rhodesia.

Me gusta que la literatura navarra (navarrocatalana en este caso) busque nuevos escenarios. Y el de esta Aki y el misterio de los cerezos se me antoja absolutamente atractivo, con ese Japón feudal lleno de samuráis, honor y cerezos en flor.

Para muestra, os dejo el booktrailer:


A ver si hay suertecilla y Olentzero me está leyendo.

viernes, 14 de diciembre de 2012

La Casa del Libro de la calle Estafeta

Rescato un artículo de blogsanfermin.com sobre la única librería de la calle más famosa del mundo, mi calle.

En el corazón de la Estafeta, frente al emblemático Bar Pirineo, el Piri para los amigos, encontramos un local no menos emblemático, La Casa del Libro.

Es la única librería de la calle más famosa del mundo, pero es también punto de encuentro ineludible para sanfermineros de los cuatro puntos cardinales del planeta. Con su amor desmedido al toro y a los Sanfermines, Carmelo Butini y su hermano Fermín consiguen reunir en unos pocos metros cuadrados a gentes de los más variados pelajes y orígenes entre el 6 y el 14 de julio. Divinos y menos divinos, guiris y menos guiris, se acercan cada mañana para compartir buenos ratos y un vinillo y un frito del Piri.

Y ese prestigio y ese cariño se lo vienen ganando a pulso, siguiendo la estela de su abuelo, que puso en marcha el negocio allá por los años 40 del siglo XX.

Si buscas literatura sanferminera, taurina, prensa internacional, revistas especializadas en encierros o simplemente te apetece disfrutar de una buena charla, pásate por ahí cualquier día del año, que abren antes incluso de que los adoquines se despierten.

Ah, y también puedes visitarles en Facebook y en su web.

Carmelo Butini con el historiador e investigador Javier García Zabalza
 

lunes, 3 de diciembre de 2012

5º Certamen de Novela Correduría de Seguros López-Torrijos y Montalvá

Mario Lamela, coordinador y, como dice él, mayordomo del concurso, me comunicó el otro día que ya está abierta la convocatoria de la quinta edición del certamen López-Torrijos de novela.

Ahí es nada, en estos tiempos de crisis, en los que tantas empresas se ven obligadas a echar la persiana, esta correduría de seguros de Almansa sigue, erre que erre, apostando por la literatura.

Acostumbrado como estoy a gafar los certámenes que gano, me alegra un huevo ver cómo este concurso de novela, uno de los más limpios de España según la web premiosliterarios.com, se consolida y enriquece el empobrecido panorama cultural español.

Tenéis hasta el 21 de enero para limpiar, fijar y dar esplendor a vuestras novelas y, con una pizca de suerte, uniros a esta lista de la que me honro en formar parte:
La novela ganadora será publicada por la Editorial Ledoria.

Aquí tenéis las bases completas:

http://seguroslopez-torrijos.es/ci/articulo/bases-5-certamen-de-novela-correduria-de-seguros-lopez-torrijos-y-montalva

domingo, 25 de noviembre de 2012

Carlos Erice Azanza, artista total

Cuando comento que soy un artista total, la gente se me descojona a la cara.

Pero lo soy, lo soy.

Pocos artistas pueden presumir de tener una novela y un disco en el mercado. Y yo los tengo.

Han pasado más de cinco años desde que grabamos el 16 Kolore Jai Bat - 16 Colores Una Fiesta, que nos salió de puturrú.

Así que recupero un artículo de blogsanfermin.com de 2008.

La música es un elemento fundamental en cualquier fiesta. Y si hablamos de la fiesta de las fiestas, tendremos que hablar de la música de las músicas, la sanferminera.

Para ello es indispensable distinguir entre la música enlatada y la tradicional, es decir, entre los insufribles decibelios de los bares y la música en vivo, sobre todo la que proviene de las txarangas de las Peñas, que es la que me gusta a mí. Así que si esperáis que hoy hable de Georgie Dann, Raffaela Carrà o King Africa, vais daus.

 
Cada Peña cuenta con un himno propio y esa música ha constituido la banda sonora de las fiestas de San Fermín por lo menos durante las cinco últimas décadas. Y curiosamente, y por mor de la globalización, puedes oír a una txaranga tocar el himno de la Aldapa, no ya en Estella o Tudela, sino en cualquier pueblo de Teruel, de Las Landas o en la feria de Albacete.

En Sanfermines, aparte de escuchar estos himnos en vivo por las calles de Iruña o en su Plaza de Toros, existe una costumbre, muy bonita a mi entender, que es que en la mayoría de los bares no suena otra música a lo largo del día 6, imponiéndose a Bisbales, Tractores Amarillos, Paulinas o lo que toque ese año.

En 2007, a iniciativa de la Federación de Peñas, se grabó un doble CD con todos los himnos, con las letras actuales y cantados por los socios y socias de cada una de las dieciséis peñas. Además grupos navarros de los más variados estilos musicales versionearon estos himnos, arrojando un espectacular resultado, el ya mítico 16 Kolore Jai Bat, 16 Colores Una Fiesta. Gente como Dikers, Mr Fylyn, Gualitxo, Foralettes, Koma, Lehendakaris Muertos, El Señor Ramón, Leihotikan, Banda Batxoki, La Lengua de Trapo, El Color de la Duda, Vendetta, No Gratos, Buitraker, Los de Riego, Minutos de Odio o Mr. Moshing han enriquecido nuestra entrañable banda sonora sanferminera.
Si amas los Sanfermines y su música, este disco no puede faltarte. Y no lo fusiles, so pirata.

¡Además canto yo!

 

martes, 20 de noviembre de 2012

20N: muerte de Ian Smith (y II)

La situación de segregación racial de la mayoría de la población rhodesiana de raza negra (unos cuatro millones de personas gobernadas por una minoría de doscientos mil blancos) provocó el surgimiento de dos movimientos guerrilleros, el ZANU, liderado por Robert Mugabe, y el ZAPU, de Joshua Nkomo.

La guerra, conocida por la población blanca como Bush War, comenzó en 1972 y causó la muerte de miles de personas de ambas razas. La independencia de las antiguas colonias portuguesas de Angola y Mozambique, unida a las sanciones internacionales, provocó el hundimiento de la economía del gobierno blanco e inclinó la balanza del conflicto a favor de los grupos guerrilleros.


En 1979, Ian Smith buscó un acercamiento a los líderes negros moderados, cediendo su puesto de primer ministro al obispo Abel Muzorewa, que encabezó un gobierno multirracial.

Este acuerdo no fue aceptado por el ZANU ni por el ZAPU, que continuaron la guerra.

Finalmente, tras los Acuerdos de Lancaster House, Rhodesia volvió, a finales de 1979, a ser colonia británica, bajo la batuta del nuevo gobernador Lord Soames, que preparó al país para sus pimeras elecciones multirraciales.

En 1980, y tras la victoria electoral del líder guerrillero Robert Mugabe, Rhodesia se convirtió en Zimbabwe y alcanzó la independencia. En aquel primer parlamento zimbabwo, 20 de los 120 escaños estaban reservados a la minoría blanca. El nuevo partido de Ian Smith, el Frente Republicano, obtuvo los veinte puestos. Como jefe de la oposición, colaboró son el nuevo régimen y contribuyó a que no se produjera un éxodo masivo de la población blanca, tal y como había ocurrido cinco años antes con los portugueses de Mozambique y Angola. Su entendimiento personal y político con el presidente Mugabe propició este hecho.

Cuando, en 1987, se eliminó la reserva de escaños para blancos en el parlamento de Zimbabwe, Ian Smith abandonó su carrera política y se retiró a su granja de Selukwe, desde la que no dejó de criticar la deriva dictatorial y antidemocrática del régimen de Mugabe.

En 2005 se trasladó a Sudáfrica, para recibir tratamiento médico, hasta que falleció, a los 88 años de edad, el 20 de noviembre de 2007.

Hasta aquí, pues, la biografía de este personaje que, en buena parte, inspiró mi novela Beautiful Rhodesia.

lunes, 19 de noviembre de 2012

20N: muerte de Ian Smith (I)

Hace cinco años, el 20 de noviembre de 2007, murió en Ciudad del Cabo Ian Smith, líder durante décadas de la minoría blanca de Zimbabwe-Rhodesia.

De origen escocés, nació el 8 de abril de 1919 en Selukwe, en las Midlands de la entonces colonia británica de Rhodesia del Sur. Su padre John llegó a la colonia en 1898 en busca de oro, y desempeñó oficios tan diversos como granjero, carnicero o panadero. Su madre, Agnes, había nacido en Inglaterra.

Como tantos otros jóvenes blancos del sur de África, fue un fanático del deporte, llegando a ser capitán de los equipos de tenis, rugby y críquet de su escuela.

Durante la Segunda Guerra Mundial, se enroló en las Fuerzas Aéreas de Rhodesia del Sur y participó en la Batalla de Inglaterra. Un grave accidente aéreo a los mandos de un Hurricane cerca de Alejandría, en Egipto, le provocó una parálisis facial de por vida.

Como piloto del Escuadrón Rhodesiano 237 de la RAF, luchó en los cielos de Italia, hasta ser derribado en el valle del Po. Recogido por los partisanos, fue acogido por una familia italiana, los Zunino, hasta que pudo regresar tras las líneas aliadas.

Tras la guerra, finalizó sus estudios universitarios en la Rhodes University en Sudáfrica y adquirió una granja en su localidad natal, que llegó a alcanzar una superficie de 87 kilómetros cuadrados.

Su carrera política arrancó en 1948, cuando fue elegido por su distrito miembro del parlamento de la colonia de Rhodesia del Sur. Su desacuerdo con la idea del Partido Liberal de reservar escaños en el parlamento a la mayoría negra, le llevó a crear su propio grupo, el Frente Rhodesiano.

Elegido primer ministro en 1963, se opuso frontalmente a que una hipotética independencia de la colonia del Reino Unido se basara en el principio del sufragio universal. Hasta entonces, el derecho al voto en Rhodesia solo se obtenía si se disponía de un cierto nivel educativo y económico, lo que relegaba a la mayoritaria población negra.

El 11 de noviembre de 1965, el gobierno autónomo rhodesiano proclamó la independencia del país, de forma unilateral, con la oposición británica y de las Naciones Unidas.

Smith firma la Declaración Unilateral de Independencia

Anticomunista convencido, solo contó con el apoyo de Sudáfrica y Portugal, que aún poseía las colonias de Angola y Mozambique, gobernadas ambas por la minoría de origen portugués. De este modo, todos los territorios del sur de África contaban con gobiernos blancos.

Seguir leyendo...

 

martes, 13 de noviembre de 2012

GurGur, museo gastronómico

Hace ya unos meses, un famoso blog sanferminero habló de este curioso establecimiento de mi calle, de esta calle Estafeta a la que me asomo, y os asomáis, a diario.

Unas semanas después, en un alarde de sinergia entre literatura y comercio de barrio con vocación universal, posé ante su puerta con Beautiful Rhodesia entre las manos.

Foto de Natxo Ainzúa

A continuación transcribo lo que blogsanfermin comentaba sobre este local, nada menos que un 5 de julio, quién lo pillara.

¿Qué cojones se puede decir de los Sanfermines un 5 de julio? ¿Quién necesita cinco minutos diarios de San Fermín bloguero cuando se abren ante nuestras narices 204 horas de fiesta, de San Fermín del de verdad?

Inmerso en semejante vacío creativo, una amiga que, pese a no ser navarra, escribe muy bien, me ha dado la siguiente idea: ¡recomienda souvenirs para turistas!

Pero de los de verdad, de los que puedes enseñar y compartir con tu familia y tus amistades en tu lugar de origen. ¡Nada de pañuelos rojos que destiñen y camisetas blancas horteras y supuestamente graciosas!

Así que, si quieres quedar de puturrú, llévate algo que muestre un aspecto del que se entiende mucho en esta tierra, algo que se pueda comer o beber.

¿Y dónde encontrar una muestra de los mejores productos de Navarra? Lo tienes fácil, en GurGur, en la calle Estafeta, 21, en el corazón de la fiesta. Ante ti se abrirá un paraíso de vinos, patxaran, espárragos, pimientos, txistorras, rellenos, quesos, patés, dulces y muuuuchos placeres gastronómicos más, representativos de las cuatro esquinas de esta tierra.

Es el mejor regalo que puedes llevarte a casa.

Si no te lo zampas en el camino de vuelta, claro.

Y ahora mismo bajo a hacerles una visita, a ver si me invitan a algo.
 

domingo, 11 de noviembre de 2012

Aniversario de la independencia de Angola

El 11 de noviembre de 1975 fue proclamada la independencia de Angola. Tras cuatro siglos de presencia portuguesa, la joya del imperio colonial europeo más longevo alcanzaba su emancipación.

Pero ello no implicó el final de la guerra ni el nacimiento de un nuevo estado. A la huida de más de medio millón de africanos de origen portugués se unió el estallido de una guerra civil entre los tres grupos de liberación nacional, el FNLA, el MPLA y UNITA (con sus respectivos líderes, Holden Roberto, Agostinho Neto y Jonas Savimbi al frente), que habría de prolongarse durante otros veinticinco años. Ambas guerras, la colonial y la civil, terminaron por destruir una de las naciones más ricas del continente, como supo contarnos de forma magistral António Lobo Antunes en su novela Esplendor de Portugal.


Hoy en día, alcanzada la paz, Angola es uno de los motores de desarrollo económico en el África subsahariana. De hecho, se ha convertido de nuevo en la tierra prometida para miles de portugueses que abandonan su país debido a la crisis económica que azota Europa.

El periodista polaco Ryszard Kapuscinski escribió un libro maravilloso, Un día más con vida, que arranca con el angustioso éxodo de los colonos portugueses, los retornados, que dejaron atrás sus vidas africanas en aquellos meses de 1975 y describe el enfrentamiento entre los tres grupos antes citados. El MPLA fue apoyado por tropas cubanas y UNITA por el ejército sudafricano, en un nuevo escenario de la guerra fría que protagonizaron la URSS y Estados Unidos durante la segunda parte del siglo XX.



El realizador navarro Raúl de la Fuente está preparando una peli, la mar de prometedora, con guion de Carlos Bassas, basándose en el relato de Kapuscinski. En ella va a mezclar imagénes reales con técnicas de animación.

 

sábado, 10 de noviembre de 2012

Rhodesia y el Premio Planeta

—Cuarenta mil pelas. Las tengo siempre a punto por si me viene el impulso. Es lo que cuesta llegar a París y aguantar unos días mientras te alistan en una tropa de mercenarios para África. El día que me cabree, la armo y me voy a Rhodesia.

—En Rhodesia ya hay un gobierno negro.

—¿También en Rhodesia? Se pudre todo. Pues me voy a África del Sur, con ésos no podrán, ésos lo tienen claro.




 
Los mares del Sur.
Manuel Vázquez Montalbán.
Premio Planeta 1979.


lunes, 5 de noviembre de 2012

El gafe del Himno a la Alegría

El 11 de noviembre se cumplen cuarenta y siete años de la proclamación unilateral de independencia por parte de los habitantes blancos de la colonia británica de Rhodesia del Sur.

Este era su himno nacional, Rise O Voices of Rhodesia, tomado de la Novena Sinfonía de Beethoven, que Miguel Ríos popularizara como Himno a la Alegría y que hoy es, curiosamente, el himno de otro proyecto político fallido, la Unión Europea.


A mí, al menos, me sirvió para crear una de las mejores novelas de espionaje en español de los últimos tiempos, Beautiful Rhodesia, ganadora del López Torrijos 2011.

Todo un etnothriller.

martes, 30 de octubre de 2012

Baden-Powell, los boy scouts y Zimbabwe

En estos días en los que los boy-scouts andan de actualidad, de actualidad ajena a su intención y, sobre todo, ajena a las víctimas del tema que se denuncia, me vienen a la memoria detalles de la biografía de Robert Baden-Powell, fundador del Movimiento Scout.

A finales del siglo XIX, y de la mano de Cecil Rhodes, participó en la represión de los ndebele, en la llamada por los británicos Rebelión Matabele. Fueron años convulsos en el sur de África, con acontecimientos tan conocidos como las guerras contra los zulús (inolvidables aquellas pelis de Michael Caine, Zulú, y su secuela Amanecer Zulú, con Burt Lancaster y Peter O'Toole), que supusieron la consolidación del dominio británico en la región.

Baden-Powell participó en el sitio de Bulawayo, cuando al más puro estilo far west, las caravanas de colonos fueron acosadas por las tribus ndebele, que defendían sus tierras ante el imperialismo europeo. Aquella victoria militar permitió la fundación de la colonia de Rhodesia, en homenaje a ese personaje tan apasionante como siniestro, Cecil Rhodes. También contribuyó Baden-Powell a la derrota de los boers sudafricanos en otro asedio, el de la localidad de Mafeking

En contra de lo que afirma la novela Beautiful Rhodesia, los restos mortales del fundador de los boy-scouts descansan en la localidad keniata de Nyeri, donde falleció en 1941. Junto a él, fue enterrada, en 1977, su esposa Olave.

Sí es cierto, en cambio, que la tumba de Cecil Rhodes se encuentra en la región de Matobo, al sur de Bulawayo, en el actual Zimbabwe.

Tumba de Cecil Rhodes


 

jueves, 25 de octubre de 2012

Donato Ndongo-Bidyogo, escritor ecuatoguineano

Hasta 1968, Guinea Ecuatorial estaba dividida en dos provincias españolas, Fernando Poo y Río Muni. El 12 de octubre de ese año, Manuel Fraga Iribarne se desplazó hasta el territorio para proclamar la independencia de la hasta entonces conocida como Guinea Española.

Desde ese momento, poca, muy poca literatura ecuatoguineana ha llegado hasta la Península.

Uno de sus máximos exponentes, absolutamente desconocido para el público español, es Donato Ndongo-Bidyogo, escritor y político opositor al régimen del dictador Teodoro Obiang.

En 1987, su novela Las tinieblas de tu memoria negra alcanzó la categoría de finalista del Premio Sésamo de Novela Corta, hoy desaparecido, y que cuenta en su nómina de ganadores con autores como Soledad Puértolas, Juan José Millás o Eduardo Mendicutti.

En esta novela, en la que Donato Ndongo demuestra un dominio del lenguaje que para sí quisieran (quisiéramos) muchos de los autores españoles de éxito, se desgranan las vivencias de un niño guineano a caballo entre dos culturas, la de su tribu de origen, y la que recibe de sus maestros españoles, en una época en la que Cristo, Franco y José Antonio ocupaban el lugar preferente en las aulas, ya fuera en la Península, ya fuera en el corazón de la Guinea continental.

Sevilla de Niefang, localidad natal de Ndongo, en la época colonial (imagen tomada de Crónicas de la Guinea Ecuatorial). Llaman la atención las guineanas vestidas de sevillana.

Este tema, el de la aculturación del nativo o, mejor dicho, el de la mezcla de su cultura vernácula con la del colonizador, es recurrente en la literatura africana y, por extensión, en la literatura de temática colonial (inolvidable el personaje angloindio Ari Kumar de La joya de la Corona de Paul Scott).

Las tinieblas de tu memoria negra es, también, una novela de iniciación, en la que Ndongo maneja magistralmente estilos literarios diferentes para contraponer aspectos de la cultura africana y europea. Y constituye un testimonio valiosísimo de aquella época del afrofranquismo o del falangismo tropical, tan desconocido por estos lares.

Como el propio Ndongo confesaba a Eduardo Laporte en una entrevista, es una lástima el desinterés europeo por la literatura africana. En su caso, nos encontramos ante una novela excelente, no solo por el valor que tiene de testimonio de una época, sino sobre todo porque muestra una forma muy particular de hacer novela en español, a la altura de los mejores autores peninsulares y latinoamericanos, pero que, por desgracia, es olímpicamente ignorada en España.

 
Una pena, una verdadera pena, que el gran público no disfrute de estas novelas de sabor tropical genuino, con ese español africano, que enriquece el lenguaje con términos que no solo hacen referencia a fauna y flora autóctona, sino que nos descubre curiosidades como la de denominar aguagua a los autobuses públicos, herencia sin duda de los colonos de origen canario, así como otros vocablos importados del inglés criollo, ese pidgin que hablaban los braceros nigerianos contratados para la explotación de las plantaciones de cacao y café en la época colonial.

 

lunes, 22 de octubre de 2012

Un año y un día

Se cumple hoy un año de la puesta en marcha de este blog. Un blog parido para dar a conocer mi obra, pero también para hablar de literatura navarra, de novela negra, de etnothrillers y de historias relacionadas con ese continente que tenemos ahí abajo, África.

14.000 visitas se han asomado a la Estafeta en estos doce meses, siendo lo más visto la bofetada que se pegó una australiana saltando sobre el Zambeze y un artículo sobre La intérprete, esa película que arranca en la plaza de toros de Maputo, la antigua Lourenço Marques, capital de Mozambique. También han recibido muchas visitas el artículo que describe la maldición que aqueja a la embajada española en Zimbabwe, de protagonismo esencial en mi novela, la entrevista radiofónica que me hicieron en Almansa Uno cuando me dieron el Premio López Torrijos por Beautiful Rhodesia y los relacionados con otros autores navarros, como Patxi Irurzun, Ignacio Lloret y Eduardo Laporte.

La mayor parte de visitantes proceden, lógicamente, de países de lengua española, pero también se han asomado por aquí gentes de Estados Unidos, Rusia, Alemania, Francia, Reino Unido y una docena de valientes del sur de África.

Como podréis imaginar, quedo la mar de contento con el balance de este primer añito.

Veremos cómo se da el segundo que, confiemos, mostrará como imagen de entrada la cubierta de una nueva novela.

Esperemos.

Mientras tanto, aquí seguiré, asomado a la Estafeta.

 

martes, 16 de octubre de 2012

Novela negra sudafricana (III)

Hasta 1916, Namibia fue conocida como el África Sudoccidental Alemana. Ese año, en el curso de la Primera Guerra Mundial, las tropas del general sudafricano Jan Smuts ocuparon el territorio. La Sociedad de Naciones y, posteriormente, la ONU, confirmaron el mandato sudafricano sobre la antigua colonia alemana.

En los años 60, las Naciones Unidas ordenaron al gobierno de Pretoria la descolonización de Namibia, orden que Sudáfrica desoyó, anexionándose el país, hasta que, en 1990, y ya en los albores de la caída del apartheid, se proclamó la independencia.

Fue en esa Namibia ocupada en la que la londinense Margie Orford fue criada. Activista antiapartheid, fue perseguida por el régimen segregacionista sudafricano. Parte de sus actuaciones se centraron en la denuncia de la explotación sexual de mujeres en el sur de África, eje central de la novela Preciso como un reloj, publicada en España en 2009 por Roca Editorial.

Muchas veces vemos la novela negra como divertimento, como ejercicio mental en el que resolver un misterio y disfrutar de personajes socarrones y cínicos y de una literatura mejor o peor elaborada.

Ese tópico se desmonta en esta novela, desasosegante y dramática, que describe crudamente las redes de prostitución y pornografía infantil de la Sudáfrica post-apartheid. Superadas tantas décadas de racismo institucionalizado, el país se ha convertido en una nación multirracial y democrática, pero acosada también por las desigualdades socioeconómicas y la corrupción.

Llama la atención cómo la autora elude etiquetar a sus personajes en función del color de su piel, pero también critica veladamente el distinto modo en el que se dedican recursos a la investigación de una serie de asesinatos cuando las víctimas son adolescentes de apellidos europeos.

Preciso como un reloj es un espejo de esa Ciudad del Cabo actual, cosmopolita, imán para la inmigración del resto de África. Esta nueva Sudáfrica multiétnica queda reflejada en las complejas relaciones que se establecen entre un inspector de origen indomusulmán, Riedwaan Faizal, y Clare Hart, periodista y asesora de la policía, de raza blanca.

Margie Orford se constituye, pues, en un referente ineludible de esa emergente literatura negra sudafricana, junto a nombres consagrados comos los de Deon Meyer y James McClure, al que homenajea apellidando Swanepoel a una de las víctimas, igual que el niño chivato y aficionado a la investigación policial de El leopardo de la medianoche.

Margie, fotografiada por Brooke Fasani
 

domingo, 14 de octubre de 2012

Últimas compras en la Feria

Esta noche, a última hora, los libreros empaquetarán y mañana una cuadrilla de operarios andará desmontando las casetas.

Así acabarán dos semanas largas de búsqueda de chollos, en forma de precios asequibles y ediciones descatalogadas, que ayudan a montarte en casa una biblioteca de lo más apañada.

A las compras de la semana pasada, uno ya, pues, las de la que está terminando.

  1. Desgracia, del premio Nobel sudafricano J.M. Coetzee.
  2. Preciso como un reloj, novela sobre la trata de mujeres en Ciudad del Cabo, de la sudafricana Margie Orford, discípula del anterior.
  3. Dos clásicos de Joseph Conrad, prologados por Jorge Luis Borges, En el corazón de las tinieblas y La soga al cuello.
  4. El décimo hombre y El cónsul honorario, del maestro Graham Greene.
  5. Un imprescindible que me faltaba, Crónica de una muerte anunciada de Gabriel García Márquez.
  6. Un mes con Montalbano, una colección de relatos protagonizada por nuestro comisario italiano favorito, de Andrea Camilleri.
  7. Volverás a Región, la primera novela de Juan Benet.
  8. Las tinieblas de tu memoria negra, del ecuatoguineano Donato Ndongo (tengo que preguntarle a Eduardo Laporte si llegó a entrevistarle).
  9. El Aleph, colección de relatos de un tal Jorge Luis Borges.
  10. El día del Escorpión, segunda parte de El Cuarteto del Raj, que Paul Scott inició con La Joya de la Corona, imprescindible para los apasionados de la India colonial.
  11. No podía faltar algo de John Le Carré, El espía que surgió del frío.
  12. El jinete polaco, de Antonio Muñoz Molina.
  13. Para ir completando mi biblioteca de literatura navarra, La gran ilusión, con la que Miguel Sánchez-Ostiz ganó el Herralde de 1989
  14. Como nunca había leído nada de Truman Capote, me autobautizo a lo grande, con A sangre fría.
  15. Y para terminar, novela negra con denonimación de origen, catalana, con Códex 10 de Eduard Pascal; turca, con Un cadáver junto al Bósforo, de Celil Oker; y escocesa, con Campo de sangre, de Denise Mina.
Un año más, muchas gracias a todos los libreros y libreras, que se han pegado tantas horas en la Plaza del Castillo, por darme la oportunidad de conocer todos estos libros y llenar mis estanterías de sueños e imaginación.
 

lunes, 8 de octubre de 2012

Iñaki Otazu, un hombre afortunado

Hace unos meses, un amigo común me regaló la última novela, dedicada, de Iñaki Otazu Elcano. Se trata de Tribulaciones de un hombre afortunado.

No desvelo ningún secreto si digo que me gusta estar al tanto de las novedades que nos brinda la narrativa navarra, y esta no ha sido excepción.

El punto de partida de la novela es relativamente sencillo. Luis Alberdi, redactor de esquelas del Diario de Navarra, resulta agraciado con el gordo de la Primitiva. A partir de ahí, su vida cambiará.

Iñaki relata varios meses en la vida de este tío tan gris con agilidad, con un ritmo muy vivo, mezclando hábilmente voces y estilos, en los que podemos apreciar influencias del Mendoza más bufo en algunos rasgos de su protagonista, para llevarnos a un patético y dramático descenso a los infiernos.

Todo ello muy bien hilvanado, con aires que bordean el thriller, y con pinceladas locales de esta Pamplona nuestra, tan particular, describiendo algunos resortes de sus poderes, desde el omnipresente Diario de Navarra hasta los chanchullos financieros de algunas entidades bancarias o de conocidos despachos de abogados, pasando por manías tan hiperlocales como la que solemos tener al servicio de taxis de esta ciudad o ese contrapoder navarro latente encarnado en Mikel Urmeneta y Kukuxumusu.

Es, también, una novela muy original que sabe combinar la comedia, el amor, la crisis existencial, el alcoholismo, la risa, las relaciones personales y el fracaso gracias a una curiosa mezcla de géneros.
 
Y te acaba dejando con la sensación de que no se es más afortunado por contar con unos cuantos millones de euros en el banco.
 
Aunque esto último yo no lo tenga tan claro.

Iñaki, en una foto tomada de eitb.com

domingo, 7 de octubre de 2012

Primer balance de la Feria

Cuando la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión de Pamplona supera su ecuador, llega el momento de hacer un primer balance.

De hacer un primer balance de mis inversiones, que ya me he dejado unos euros.
  1. Un clásico de Frederick Forsyth, Odessa, con sus cazanazis de los años 60.
  2. El fantasma de Anil, de Michael Ondaatje, este escritor de ancestros holandeses, nacido en Sri Lanka y que vive en Canadá, que maravilló con El paciente inglés. También me maravilló Kristin Scott Thomas en su versión cinematográfica.
  3. De todo corazón, de Andreu Martín, que se llevó un Premio Alfons el Magnànim en Valencia.
  4. Viene el lobo, de mi adorado autor zambiano, de cuando Zambia era Rhodesia del Norte, Wilbur Smith, ambientada en la invasión de Abisinia (Etiopía) por las tropas italianas de Mussolini en 1935.
  5. La clave Pinner, de Andrés Pérez Domínguez, el gran maestro sevillano de intrigas ambientadas en la Segunda Guerra Mundial.
  6. No puede faltar Alexander McCall Smith, otro autor rhodesiano, del sur, de la actual Zimbabwe, con la novela Alegres y en compañía, de su saga sobre la primera agencia de mujeres detectives de Botswana.
  7. Francisco García Pavón, uno de los maestros de la novela policíaca española, con Las hermanas coloradas.
  8. Imprescindible Los mares del Sur, de Manuel Vázquez Montalbán.
  9. Retornamos como sombras, de Paco Ignacio Taibo II, que revolucionó la novela negra en castellano.
  10. Dicen que Michael Connelly es el number one actual de lo negro-policial, así que, para probar, me he hecho con El veredicto.
  11. El alquimista impaciente, de Lorenzo Silva, al que ya tenía ganas.
En fin, que ya tengo libros para el otoño.

Y para que se me hundan las estanterías, como dice mi padre.

La semana que viene, más.
 

viernes, 5 de octubre de 2012

Novedades en Editorial Ledoria

Hace unos días recibí una nota de Ledoria, mi editorial, en la que informaban de la apertura de sus nuevas instalaciones, con librería propia, en la calle del Ángel, 8, en Toledo.
 
Sin duda, es una muestra más de la pujanza de esta editorial, de la cual me alegro un huevo.
 
Enhorabuena, pues, por sus novedades empresariales.
 
Y en lo tocante a las novedades literarias, afrontan el otoño con unas cuantas.
 
Recién salida de imprenta tenemos Al otro lado, un thriller esotérico de esos a los que nos acostumbra Paco Gómez Escribano. Según nos cuenta la sinopsis, Carmen, una joven periodista, decide escribir una novela sobre los campos de prisioneros franceses en el periodo posterior a la Guerra Civil, ya que su abuelo murió en el de Vernet. Para ello, concierta una cita con un misterioso anciano que asegura haber estado prisionero en el campo y que dice haber conocido a su abuelo.


Hace ya unas semanas, salió a la venta La caja de música y el filólogo asesinado, novela finalista del López Torrijos 2011, sí, la edición que ganamos Beautiful Rhodesia y yo. En esta novela, su autor, José J. Muñoz, entremezcla dos historias: la de una antigua prostituta que emigra a España desde la República Dominicana, y las averiguaciones que hace su agente literario acerca de un asesinato y otros sucesos extraños que se producen desde que llega a su poder el manuscrito.


 
En El balaje del Rey Salomón, de Lázaro Rodríguez Díaz-Delgado, su protagonista, Juan Centeno, un investigador privado que vive en un pueblo de la provincia de Toledo, Ocaña, recibe la llamada de una joven, María Blasco, rogándole que viaje a Santo Domingo de la Calzada para investigar la desaparición de su jefe, Lorenzo López de Haro, un historiador especializado en la Baja Edad Media.


Son solo tres muestras, tres, de las novelas que nos ofrece Ledoria para esta temporada, tres novelas con aire de thriller entre lo histórico y lo viajero.

Pero hay más.

Y ya tengo ganas de hincarles el diente. 

viernes, 28 de septiembre de 2012

Feria del Libro Antiguo y de Ocasión de Pamplona

Ver cómo una cuadrilla de operarios se afana en la Plaza del Castillo en la instalación de las casetas de la Feria del Libro Antiguo me pone. Me pone tanto como a otras personas les excita la víspera de atacar las rebajas.

Porque esos días en los que las casetas rodean el kiosko de nuestra plaza son una ocasión para mi placer. Para un placer solitario, casi masturbatorio, de tardes a primera hora, cuando hay poca gente y puedes pasar una horita manoseando libros mil veces manoseados. Y gastarte en unos pocos días un buen puñado de euros en libros más o menos nuevos, en esos libros descatalogados, que has buscado muchas veces y que nunca has encontrado y que, de repente, se aparecen ante ti, como si te hubieran estado esperando toda la vida. Y a precio de saldo, oigan.

Así que, cada tarde de estos finales de septiembre y comienzos de octubre, es muy posible que me veáis llegar a casa con una bolsica con dos o tres libros, que tal vez nunca llegue a leer, pero que serán míos.

Míos.

Para siempre.

miércoles, 26 de septiembre de 2012

Tu alma en la orilla

Cuando conoces a Ignacio Lloret, te apabulla, sin duda. Al menos a mí, porque es una de esas personas dueñas de un cerebro más rápido que Usain Bolt sobre el tartán, con una capacidad de expresión oral desmesurada, inteligente, erudita.

Y cuando te acercas a su obra temes que te entre una especie de estrés lector y acabes por sentirte empequeñecido.

Así que, cuando al más puro estilo cazautógrafos, le pedí que me firmara un ejemplar de Tu alma en la orilla, en la Feria del Libro del pasado junio, decidí dejar reposar su libro unos meses, hasta que llegara el otoño.

Porque ese recorrido por un puñado de playas, en las que desgrana con madurez y perspectiva una historia de amor, tiene algo de otoñal, de reposado, de cielos grises y pies descalzos sobre la arena. Relajante, en suma, con una forma de escribir que, a través de sus páginas, te lleva a mirarte a ti mismo, pausadamente, de una forma muy alejada de esa imagen de torbellino que transmite cuando hablas con él.

El tío, además de culto, es listo, y sabe manejarse juntando letras. En poco más de ciento cincuenta páginas, bordea con fundamento la poesía, el libro de viajes, el diario personal, el relato corto e, incluso, la psicología. Es un libro en el que, evidentemente, ha dejado su alma. O no, pero lo parece, y eso es lo bueno de la literatura buena.

Sé que no será un bombazo, pero sí que va a ser un libro de largo recorrido, de los que crecen con el boca a boca, o el blog a blog.

Porque es, sencillamente, acojonante.


 

miércoles, 19 de septiembre de 2012

Novela negra sudafricana (II)

Alexander McCall Smith no es negro ni sudafricano. ¿Qué hace aquí, pues? Tranquilidad, que hay motivos, sí, hay motivos.

El primero, Bulawayo, su lugar de nacimiento, en Zimbabwe, aunque entonces (1948) el país se llamara Rhodesia o, mejor dicho, Rhodesia del Sur, y fuera colonia británica. Pese a haber vivido mucho tiempo en Escocia, la tierra de sus ancestros, en la actualidad este profesor universitario pasa la mayor parte del año en Botswana.

Y es en este país donde Alexander ambienta su exitosa serie de novelas en torno a la primera agencia de mujeres detectives de África.

Tal vez no sea exacto clasificar estas novelas dentro del género negro, pese a su carácter policíaco o detectivesco. A mi entender, se encuentran más bien cercanas a la tradición missmarpleiana, si se me permite la etiqueta; son unas historias amables, deliciosas, que se leen con infinito placer y que retratan las vidas sencillas de gentes africanas sencillas.

De hecho, considero que, por encima de la propia trama, resultan más interesantes el carácter de Precious Ramotswe, tan orgullosa de ser una mujer de complexión tradicional, y el de los personajes que la rodean, como su compañera Mma Makutsi, su marido el señor Matekoni y los ayudantes de este en su taller mecánico.

Lo dicho, las novelas de Alexander McCall Smith constituyen un placer sencillo pero delicioso, y muy alejado de los tópicos de tramas policíacas complejas, trepidantes y llenas de acción y tiros.

Si es que hasta el propio Alexander tiene cara de buenazo.

domingo, 9 de septiembre de 2012

Lady Soames, última gobernadora de Rhodesia

Me anunciaba el otro día un amigo escocés, de origen papúo-neoguineano, que Londres, mientras clausura los Juegos Paralímpicos, se prepara para la celebración del nonagésimo cumpleaños de la Baronesa Soames.

Nacida el 15 de septiembre de 1922, Mary Soames, hija del Premio Nobel de Literatura y ex primer ministro británico Winston Churchill, sirvió durante la Segunda Guerra Mundial en el Servicio Voluntario Femenino, atendiendo las baterías antiaéreas que defendían Londres de los bombardeos alemanes.

En 1947 se casó con el político conservador Christopher Soames, de quien enviudó en 1987, y es Comandante de la Orden del Imperio Británico.

Su marido, Lord Soames, recibió en 1979 de la reina Isabel II uno de los nombramientos más difíciles de su carrera: el cargo de gobernador de la colonia británica de Rhodesia del Sur.

Fue ese el año en el que, fruto de los Acuerdos de Lancaster House, la República de Rhodesia perdió su independencia proclamada unilateralmente en 1965 y retornó al seno de la Corona británica. Se ponía fin de esa manera a quince años de gobierno de la minoría blanca, encabezada por su líder Ian Smith, y a una década de guerra civil.

La tarea del matrimonio Soames no fue fácil: desarmar a los distintos grupos guerrilleros y preparar al país para las primeras elecciones multirraciales y su independencia, bajo el nombre de Zimbabwe, en 1980, siendo ya primera ministra británica Margaret Thatcher.

Y fue Lord Soames quien firmó, en nombre de la Reina, el diploma de agradecimiento para el padre de Sandra Bokosa, protagonista de mi novela Beautiful Rhodesia, por sus servicios prestados a la Corona.

En el siguiente vídeo podemos observar a Lord y Lady Soames, dando la bienvenida a las autoridades internacionales que llegaron a Zimbabwe para asistir a aquella histórica proclamación de independencia.

 

martes, 4 de septiembre de 2012

Monumento a la Insumisión

Como suele ser costumbre en esta ciudad, de un día para otro aparecerá una excavadora y se llevará por delante los muros de piedra centenaria de la cárcel de la calle San Roque s/n.

Que no digo yo que haya que conservarla, ojo, ni tampoco que no, pero el caso es que me han venido a la memoria unas batallitas de abuelo Cebolleta de aquellos finales de los 80 y principios de los 90, de cuando unos cuantos centenares de jóvenes navarros entregaron su libertad a cambio de la supresión del servicio militar obligatorio, de la puta mili, vamos.

Foto de Ketari, tomada de http://ketari.nirudia.com/15887

Hoy me he acordado de ellos, y de los que en Navidades dábamos vueltas alrededor de aquel hogar provisional suyo cantando villancicos antimili ciertamente irreverentes o nos acercábamos un rato con la txaranga para animarles los Sanfermines.

Y me he acordado también de aquella última gran victoria del pueblo frente al estado.

Supongo que en estos tiempos en los que algunas voces hablan de recuperar la semana laboral de seis días no tardarán en aparecer los que aboguen por la recuperación de la mili.

Así que propongo que en ese solar, o al menos en nuestros corazones, erijamos un monumento a la Insumisión, y al sargento que lo tiren al pilón.

Hoy me siento orgulloso de vosotros, chicos, de vuestro valor y de lo mucho que os debemos, aunque tengáis, tengamos, más tripa y menos pelo.



 

lunes, 3 de septiembre de 2012

Novela negra sudafricana (I)

El verano suele ser buena época para hincarle el ojo a todas esas lecturas retrasadas o recomendadas que se te han ido acumulando en la estantería.

Entre tantas sugerencias no me suelen faltar novelas islandesas, suecas o noruegas, pero uno ya está un poco cansado de nombres de calles llenos de consonantes, de nieve y de circulicos encima de la letra A.

Así que este verano, y haciendo caso de Ricardo Bosque, he cambiado de hemisferio y he saltado al cono sur africano.

La literatura sudafricana es mundialmente conocida por sus recientes premios Nobel Coetzee y Gordimer. Pero las figuras que llaman la atención de los amantes del género negro son James McClure, Deon Meyer, Roger Smith, Margie Orford y el zimbabwoescocés Alexander MacCall Smith.

James McClure nació en Pietermaritzburg en 1939 y falleció en Inglaterra en 2006. Periodista de profesión, abandonó su Sudáfrica natal como muchos otros blancos opositores al apartheid. En su exilio británico concibió a la pareja de policías formada por el afrikáner Tromp Kramer y el bantú Mickey Zondi. Policía blanco y policía negro que se dedican a investigar crímenes en la Sudáfrica de la segregación racial de los años 60 y 70.

Aparte de las elaboradas tramas, del ritmo y originalidad de su prosa (rondando a veces lo sobrenatural), sus novelas conforman una fotografía fiel de aquel régimen político que clasificaba a las personas según su color de piel, un régimen obsesionado por la diferencia, no solo entre blancos y negros, sino entre xhosas y zulúes, entre mestizos e indios, entre boérs e ingleses. Así, McClure no duda en retratar con fidelidad los contrastes dentro de la propia minoría blanca, con una población afrikáner rural, algo bruta, ferviente seguidora de la Iglesia Luterana Reformada Holandesa, autoencomendada con la sagrada tarea de civilizar el sur de África, y una población anglófona, intelectual y urbana, y tan racista como los viejos boérs.

Aun así, por encima de los odios raciales, McClure consigue establecer un vínculo de complicidad y camaradería entre Kramer y su cafre Zondi, conformando una de las mejores parejas negroliterarias con las que me he encontrado nunca.

Actualmente, están disponibles en castellano La Canción del Perro (Ed. Reino de Cordelia), última novela escrita por McClure pero en cierto modo la primera de la saga, y la excelente y descarnada El leopardo de la medianoche (Ed. Funambulista). Ambas, por supuesto, más que recomendables para amantes del etnothriller.

 

viernes, 10 de agosto de 2012

Las chicas de oro de Zimbabwe

A punto ya de clausurarse los Juegos Olímpicos de Londres, es hora de hacer balances. Cuando aún quedan varias pruebas por disputarse, las esperanzas del Comité Olímpico de Zimbabwe residen exclusivamente ya en las piernas de sus maratonianos.

La nadadora Kirsty Coventry consiguió colarse una vez más en varias finales, pero esta vez no pudo llevarse medallas. Pero ahí ha estado ella, liderando la natación femenina africana y animando al resto de deportistas de su país.

Lejos quedan ya aquellos Juegos Olímpicos de Moscú, en 1980, los primeros en los que participó Zimbabwe y en los que no pudo tener mejor estreno que la medalla de oro que obtuvieron las chicas de hockey sobre hierba, el mayor hito de la historia deportiva de su país hasta la irrupción de la nadadora de Harare. En este vídeo, a partir del segundo 30, podéis ver algunas imágenes de la hazaña de las jugadoras africanas.



Y ya que hablamos de la participación de Zimbabwe, es conveniente recordar la actuación olímpica de Rhodesia. Como colonia británica con comité olímpico propio, tomó parte en los juegos de Amsterdam 1928, Roma 1960 y Tokio 1964. Tras la declaración unilateral de independencia por parte de la comunidad blanca del país en 1965, no participaron en los de México 1968.

Su retorno a los juegos estaba previsto para Munich 1972, su equipo preparado y listo para viajar a Alemania. Pero la amenaza de boicot de sus vecinos africanos, llevó al COI a excluir a Rhodesia de los juegos.


Y ya nunca volvería, hasta que el nuevo Zimbabwe multirracial viajó a Moscú en 1980 para que sus chicas de oro se llevaran el título del hockey.

martes, 7 de agosto de 2012

Herederos del paraíso

Por estas fechas, muchas personas me piden que les sugiera novelas para el verano, que en esta época tienen tiempo para leer. ¿Qué pasa, que en invierno no comen ni duermen? ¿Solo se puede leer en verano? En fin, que me desmando y lo que quiero es hablar de otra cosa.

Como sé que a mucha gente le va la novela de intriga, con toques de historia y arte, hoy voy a recomendar una novela, navarra por supuesto, de J.L. Martín Nogales, Herederos del paraíso, que me he merendado entre lanzamientos de jabalina, triples de Kobe Bryant y cagadas de la selección española olímpica de fútbol.

Martín Nogales maneja el lenguaje de forma impecable y aparentemente sencilla, sabiendo dotar a su novela del ritmo que todo buen thriller requiere.
En el turbulento Madrid de comienzos de 1981, entre atentados de ETA, golpes de estado y manifestaciones ultraderechistas, el autor nos sumerge en una historia ágil en torno al robo de un objeto artístico del Palacio Real. Combinando ingredientes tan propios del género como el policía desencantado, la atractiva experta en arte y los oscuros intereses políticos, Martín Nogales establece un más que interesante paralelismo entre el declinar de los Austrias encarnado en Felipe IV y la restauración borbónica en la persona de Juan Carlos I (no deja de sorprender la coincidencia en el tiempo con los líos tan de actualidad en la monarquía española).

Herederos del paraíso es, pues, una novela adictiva, de ésas de las que cuesta desprenderse y que hará pasar un buen rato a quien se acerque a ella. Y con el añadido de una excelente ambientación en dos épocas tan apasionantes como la del Conde Duque de Olivares y la Transición española.

lunes, 30 de julio de 2012

Comité Olímpico de Zimbabwe

Ya estamos inmersos en los Juegos Olímpicos de Londres y yo, como siempre, pegado a la tele y al ordenador para intentar ver todo. Y cuando digo todo, digo todo.

El viernes vi la ceremonia inaugural a medias, en la que presté mi mayor atención al desfile de las delegaciones, que es algo que me encanta. Supone todo un repaso a los conocimientos que uno pueda tener sobre geografía humana y política.
Como suele ser tradicional, Zimbabwe fue el penúltimo equipo en desfilar. Encabezados por su abanderada, la doble campeona olímpica Kirsty Coventry, presentan ocho deportistas. Su máxima esperanza se centra una vez más en la piscina, donde Kirsty aspira a conseguir alguna medalla en el final de su carrera (ya tiene siete tras su participación en Atenas y Pekín). Con la duda sobre la participación del triatleta Chris Felgate, que siempre entra en las quinielas de favoritos en su prueba, el equipo se completa con dos representantes en remo, Micheen Thornicroft y James Fraser-McKenzie, y cuatro atletas, Wirimai Juwawo, Cuhtbert Nyasango, Ngonidzashe Makusha y Sharon Tavengwa.

martes, 24 de julio de 2012

Ignacio del Valle

Hace algún tiempo intercambié con Eduardo Laporte una serie de twits, tuits o como se escriba, sobre novelas de playa y novelas de sofá, sobre novelas livianas, aptas para ser leídas en cualquier parte, y novelas que requieren una cierta concentración para su lectura. Para mi asombro, Eduardo defendía su capacidad para el disfrute de la literatura en la playa, aunque algún cuerpo humano con determinadas características pudiera llegar a distraerle fugazmente.

A mi juicio, existe un ambiente menos propicio aún para la lectura, como es el de un hospital, un ambiente que me ha tocado vivir recientemente. Y oigan, hay que ser muy hábil escribiendo para captar la atención de un lector que se encuentra en semejante ambiente, con personal médico, de enfermería, pastillas, oxígenos, visitas, análisis y tubos por todas partes.

En una de esas jornadas sanitarias abrí El tiempo de los emperadores 
extraños, de Ignacio del Valle. Había oído hablar de sus obras, de Silencio en la nieve, peli basada en esta novela protagonizada por Juan Diego Botto y Carmelo Gómez, contaba con referencias excelentes y hasta me había convertido en seguidor suyo en ese chisme llamado Twitter.

Más de una vez he leído las quejas de Andrés Pérez Domínguez sobre un cierto desprestigio que acompaña a las novelas de nazis. La de Ignacio del Valle también juega con este elemento, y tanto a él como a Andrés puedo decirles que no se preocupen, que si siguen siendo capaces de escribir así de bien, no habrá crítico con la jeta suficiente para dejar sus novelas en mal lugar.

Porque El tiempo de los emperadores extraños no es solo un thriller trepidante, excelentemente ambientado en las andanzas de la División Azul en las estepas heladas que rodeaban Leningrado a finales de 1943; no es solo la historia de un asesino en serie, una novela de venganzas y rencores, sino que también es un alarde de técnica narrativa, sabiamente equilibrada en el fondo y en la forma, y que consigue atrapar tu alma aunque la tengas distraída por la salud de la mujer que te trajo al mundo.

Gracias, pues, Ignacio, por los ratos que me has hecho pasar, y me apunto a seguir con entusiasmo el resto de tu carrera literaria.


martes, 3 de julio de 2012

Un balcón a la Estafeta

Vivir en la calle más famosa del mundo tiene su cosa.

Sobre todo si tienes en cuenta las dificultades que se te presentan determinados días del año cuando quieres bajar a la calle a las ocho de la mañana.

Bueno, al grano, que como durante unos días voy a olvidarme de teclas, libros y tecnologías, quería desearos que paséis unos días muy felices, tanto si estáis aquí como allá.

Yo, de vez en cuando, me asomaré a la Estafeta, a ver el encierro y alguna otra cosilla que pase por aquí abajo. Si me pilla en casa, claro.

Pues eso, que ya falta menos pa San Fermín...

martes, 26 de junio de 2012

Carlos Erice Azanza, ¿escritor maldito?

En 2010, gané el X Concurso de Relato Breve del Ayuntamiento de Pamplona, aquel año dedicado al Camino de Santiago, con Los croissants saben más ricos si los mojas en el café. No hubo undécima edición.

A finales de ese año, me llevé el MostrARTEnavarra, modalidad de literatura, con El Pasadizo. En 2011 la literatura fue sustituida por una categoría audiovisual. Afortunadamente, este certamen aún sigue vivo.

En 2011, en Granada me concedieron el IV Premio Paso del Estrecho, por Compro oro. Este año, la organización se ha visto tristemente obligada a no emitir fallo alguno debido a que les han retirado los fondos que financiaban el concurso.

¿Entendéis ahora, queridos amiguitos y amiguitas, por qué no he ganado nada en 2012?

Los jurados de concursos literarios me temen.

Es triste que tu nombre sea el que cierre el palmarés de esos certámenes.

Pero mejor tomárselo a chufla.

Y desear larga vida al próximo que me premie, si se atreve.

lunes, 25 de junio de 2012

Blues y otros cuentos

Aunque he ganado unos cuantos certámenes de cuentos, he de reconocer que no me siento demasiado cómodo en el género. Ni escribiendo ni leyéndolos.

Soy contradictorio, ¿verdad? Pues sí, aunque esperemos que esto no lo lea ningún jurado.

En fin, hace ya un tiempo, Alf Etxarte, cocinero, fotógrafo, escritor, mendigoizale, superviviente, actor y muchas cosas más, me prestó Blues y otros cuentos, un libro de relatos que su hermano, el poeta navarro afincado en Madrid Iñaki Echarte Vidarte publicó hace algo más de dos años con Ediciones Baile del Sol.

Como comentaba, no suelo frecuentar el género, al menos como lector, y como autor lo hago de forma bastante esporádica.

Por eso, uno de los aspectos que más me llama la atención de los libros de cuentos que pasan por mis manos es la capacidad de sus autores de dar a sus libros unidad, aunque sus páginas recojan un mogollón de historias independientes y aparentemente inconexas.

Y, sin duda, Blues y otros cuentos logra este objetivo con aplomo y rotundidad. Apoyándose en sus filias y sus fobias, en sus recuerdos y en sus sueños, Iñaki nos ofrece un libro íntimo, muy suyo y, consiguiendo, a mi juicio, una voz propia, ese grial que tanto buscamos los aspirantes a escritor.

A Iñaki se le nota su vena poética a la hora de mezclar palabras y jugar con los estilos, ofreciéndonos desde relatos de corte clásico a otros más avanzados y experimentales. Y siempre consigue con naturalidad y aparente sencillez superar esa sensación que queda al leer determinados libros de cuentos, que no son más que meras recopilaciones.

Porque el mayor mérito del libro Iñaki es precisamente ése, el de ser un verdadero libro.

De relatos, por supuesto.

martes, 12 de junio de 2012

Premio Paso del Estrecho

He visto con pena que el Premio Paso del Estrecho, que el año pasado tuve la fortuna de ganar, suspende el fallo de este año por no disponer de fondos para la dotación de los ganadores. Es ésta una decisión triste y dolorosa, pero entiendo que, sobre todo, honesta y valiente.

Hace ya tiempo que sabemos que en tiempos de crisis la primera víctima es la cultura y aquí tenemos una prueba más.

Así que, aunque no les sirva de nada en este momento de desconsuelo, mando un fuerte abrazo a toda esa gente entusiasta de Granada que durante estos años ha sacado este concurso adelante, único en su género, que reunía relatos de ambas orillas del Meditérraneo, en árabe y castellano.

Ojalá el año que viene puedan volver a convocarlo.

Como homenaje, reconocimiento y agradecimiento, os dejo este Compro oro que tuvieron a bien premiar en 2011.

El año pasado, en Granada (foto Marian Barnés)


Compro oro

Separación.

Dicen que es sinónimo de fracaso, de derrota, la consecuencia fatal e irremediable del enfriamiento, del distanciamiento, de la crisis. No tengo ni idea. Será. Si lo dicen, será.

En mi caso se trata, sobre todo, de dolor, de dolor por la pérdida, por la ausencia, la de él y la de los niños. Y culpa, muchísimo sentimiento de culpa. Un vacío inmenso y anhelante, un hueco que apenas se me llena en los días que me toca estar con ellos. En mi pisillo de alquiler, en mi corazón, en mis obligaciones. Cuando viven conmigo parece como si sólo estuvieran de paso.

Y es que solo están de paso.

Poca agua para tantísima sed. Y despedirles hasta la siguiente no hace otra cosa más que confirmar esa sensación de mierda y pena que me quema, que me ahoga.

Que te vuelques en el trabajo, recomiendan. Haz lo que mejor sabes hacer, que te sale muy bien y encima te encanta, so cabrona, me dice mi agente. No sabes lo afortunada que eres.

Tirar hacia delante, sí.

No me queda, pues, más remedio que intentarlo. Y me pongo, sin ilusión ni ganas, pero me pongo. Y desempolvo aquella vieja historia que me asaltó cuando escribía la tercera novela. En mi cabeza tengo más que suficiente para arrancar ya, será la sexta, aunque él no esté en pijama para revisarla cada noche, para corregirla, para criticarla y, siempre, para sacarme de quicio.

Tendrás que hacerlo sola. Tú sola.

También te aconsejan viajar, separarte un tiempo de los lugares que te huelen a él, que te huelen a ellos. El nuevo libro es una buena excusa.

Documéntate, me anima mi agente. Investiga. Aprende. Mueve el culo. Qué testaruda es la tía, no se cansa, cómo insiste.

En fin.

Que ya tengo destino.

Orán, está claro.

En busca de ese Orán francés, levantino, árabe y bereber de los años 50 donde quieres mover a tus personajes. O donde ellos te van a mover a ti.

La pena es que, tras varios días de turismo desubicado, aterrizas en Madrid decepcionada, triste y vacía por no haber sabido encontrar lo que habías ido a buscar. Por no haberte topado con esas heladerías valencianas, con esos zapateros o mecánicos menorquines en alpargatas, con la plaza de toros de Les Arènes a rebosar antes de una corrida, con los anuncios de Ricard pintados por las paredes de los zocos o con las parejas de gendarmes franceses patrullando las aceras. No. Todo eso quedó atrás hace ya cincuenta años, en las fotografías en blanco y negro y en las pelis de Pépé le Moko.

En Barajas, tiempo justo para un café rápido antes de seguir volando hacia el norte, hacia esas calles familiares, heladas, quién sabe si nevadas y que, pese a las luces, las castañas asadas y a los villancicos, permanecerán oscuras, frías y silenciosas ante mí, que temo encontrarle, que temo encontrarles, al doblar cada esquina.

—¿Por qué no lo intentas en Melilla? —me sugiere mi agente en la cafetería de la T4—. Es posible que allí encuentres la atmósfera que tu libro busca.

Qué lista es y qué bien se lo monta. No sé si realmente se preocupa por el bien de mi novela (y el de su cuenta corriente, claro) o realmente se mete en el papel de amiga leal que quiere alejarme de la ciudad que me va a amargar las Navidades. Y se levanta, toma mi billete y lo cambia con una sonrisa en el mostrador de Iberia. Que no me preocupe por la ropa, que vaya directa al Hotel Melilla Puerto. Que tiene servicio de lavandería y plancha. Y vistas al puerto deportivo y a la playa de San Lorenzo. Y el clima no es muy distinto del de Orán.

Por eso estoy aquí, unos pocos días antes de Nochebuena, sentadita en la terraza del Café Palace, viendo pasar a la gente.

Una terraza en Navidad.

Qué paradoja. Allí arriba iría por la calle con los cuellos del abrigo subidos hasta las orejas y el gorro hundido hasta los hombros. La bufanda y los guantes. Pero aquí no porque, aunque se note el fresquito cuando acaba la tarde, toca gin tonic mientras me entrego a mi viejo vicio de ver a la gente pasar. De todas las razas, colores, naciones y religiones. Como mi Orán de novela. Ricos y pobres. Europeos y africanos. Trajes de ejecutivo con móvil pegado a la oreja, mujeres elegantes con sus bolsas repletas de compras navideñas, universitarios que regresan de la Península para pasar las vacaciones.

Y entre todos surge ella, plantada junto a una acacia, su cartel negro y amarillo colgándole a la vez sobre pecho y espalda.

Compro oro.

Pago más.

Una dirección y un número de teléfono.

Es una cría, no llegará a los dieciocho, ojos grandes, despiertos, negros como su pelo. También entrega folletos a los que pasan a su lado. Se va a pegar junto a la acacia las dos horas largas que necesito para beberme los tres gin tonics de antes de cenar. Mientras espero la cuenta, la veo marcharse, abrigada por los dos carteles. La imagino avanzar por la avenida de la Duquesa de la Victoria, entre los ejecutivos con móvil, las señoras con bolsas y los universitarios de vacaciones, borrachos ya. Y también entre hombres de bigote y tez morena con chilaba y mujeres tocadas con hiyab. Todos irán como con prisas, bajo las luces de las estrellitas y los papanoeles, de los trineos y los abetos, de las farolas y los semáforos. Mucho tráfico, mucho humo y mucha bocina.

Se perderá por El Mantelete y sus callejuelas. Serán casi las siete y media y Abraham estará a punto de cerrar.

—Hola, Dunia.

—Hola, señor Abraham.

El señor Abraham clasificará a esas horas las adquisiciones del día. Contará el dinero que haya entrado en la caja registradora, recogerá amable los carteles y los folletos sobrantes de manos de Dunia, apagará las luces, girará el letrerito de ABIERTO, se despedirá de ella con esa sonrisa de abuelo que no es y bajará la persiana metálica. Dentro, a oscuras, dormirán alhajas, broches, pendientes, anillos, diademas, monedas antiguas, alfileres, pulseras, gargantillas, aretes, pasadores, botones y gemelos. Recuerdos, recuerdos de familias de uno y otro lado de la valla, y que la crisis ha barrido como el viento de poniente en mitad de verano.

Cenas cordero con miel en la tasca que te recomendó tu agente. Delicioso. ¿Cómo cojones se enteró ella de este sitio? ¿Con quién lo probó? Da igual. No eres tan cotilla como otras. Como ella. Saboreas el té verde y cierras los ojos y te corretean los personajes de papel por el Orán francés donde se mezclan la voz de Aznavour, las coplas de Juanita Reina y las llamadas del muecín desde el minarete. Pero hoy piensas más en personajes de carne y ojos, en esa Dunia que cenará al otro lado de la frontera un cuscús sin cordero ni pollo, rodeada de hermanos pequeños, cuidando de un padre enfermo y de una madre cansada de vivir. En una Dunia que madrugará para intentar pasar algún bulto de contrabando a Beni-Enzar y que volverá a la tienda del señor Abraham poco después de las diez, a recoger su mochila llena de folletos y colgarse los carteles, al pecho y a la espalda. En una Dunia que va a pasar la mañana de guardia junto a la acacia de al lado del Café Palace, a la que querrías invitar a comer para que confirmase tu historia fabulada aunque no te atreverás, por tu miedo a ofender su dignidad. O, más bien, por tu miedo a odiarte en tu opulencia de hipócrita señorona rica del primer mundo. Sabes, también, que ha ido ahorrando estos días pasados. Y que, cuando vaya a hacer su descanso de mediodía, se pasará por la administración de lotería de Pablo Vallesca, 11, cerca de la plaza de España, donde se dejará veinte euros. Mañana puede tocarle el Gordo.

La vas a volver a ver junto a la acacia mientras te entregas al festival vespertino de gin tonics. Por un momento sus ojos marroquíes te recuerdan a los de esos niños del norte, esos ojos que amas, cuya ausencia en Nochebuena te hará insufrible la espera hasta esa Nochevieja que nunca llega.

Cuando sean poco más de las siete Dunia volverá a ponerse en marcha hacia la tienda del señor Abraham. Le verá arquear la caja y clasificar las joyas llegadas ese día. Tras cobrar más de lo acordado le devolverá agradecida los folletos sobrantes y sus ojos enormes se abrirán aún más. Ahí sorprenderá, limpio y brillante, ese cofrecito tan familiar, el de su madre, que guarda las joyas que lució en su boda, y que las lució la abuela en la suya, y la bisabuela, y la madre de la bisabuela.

Angustiada, Dunia se acostará esa noche en su colchón compartido aferrada a su décimo de lotería.

Si esto fuera un cuento de Navidad, al mediodía siguiente decenas de habitantes del barrio del Polígono celebrarían su suerte ante las cámaras del Telediario.

Si esto fuera un cuento de Navidad, Dunia acudiría a la tienda del señor Abraham y recuperaría las joyas de su madre, de su abuela, de su bisabuela y de la madre de su bisabuela.

Si esto fuera un cuento de Navidad, Dunia tendría papeles, como los que me dieron a mí cuando huí de la dictadura argentina a comienzos de los 80. 

Y si esto fuera un cuento de Navidad, yo me dejaría el último gin tonic sin tocar, volaría hacia el norte y me reuniría con él. 

Y con mis hijos.

En casa.

En Nochebuena.