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miércoles, 22 de enero de 2014

Novela negra sudafricana (VI)

Si un aspecto destaca en la novela negra sudafricana actual es su absoluta crueldad. En contraposición al género policíaco clásico, en el que la trama criminal suponía una excusa para el entretenimiento, existe ahora un puñado de autores en el sur de África empeñado en que sus novelas reflejen con crudeza la realidad de su país.

Si Roger Smith dibujó una salvaje historia de venganza en Diablos de polvo, si Margie Orford retrató dramáticamente la explotación sexual de las mujeres en Sudáfrica en Preciso como un reloj, la gran estrella del género en ese país, Deon Meyer, no se queda atrás con El pico del diablo, una cruel historia sobre abusos infantiles y que toca otros dramas como la prostitución y el alcoholismo.

Ya hace mucho que Ricardo Bosque, todo un gurú para estas cosas, me habló de Meyer, autor blanco que escribe sus novelas en afrikaáns y, desde entonces, le tenía echado el ojo.

Melchor se acordó hace unos días y me lo puso en el zapato.

El pico del diablo está ambientada en la Sudáfrica actual, ese país que intenta reinventarse tras décadas de apartheid y siglos de dominación blanca sobre la mayoría negra. Y esa tensión racial sobrevuela la historia, con destellos de la complicada relación jerárquica que se produce entre los viejos policías blancos y el resquemor que muestran ante la incorporación de agentes negros en virtud de la discriminación (o la afirmación) positiva.

Más allá de estos aspectos étnicos que siempre me han resultado apasionantes la novela destaca por el talento de Meyer a la hora de dosificar los distintos hilos de la trama con una presentación progresiva y agobiante de sus distintos personajes y de sus trágicas circunstancias.

Como suele ocurrir, Ricardo Bosque no se equivocó en su recomendación.

Así que seguiremos leyendo a Meyer, que intuyo que merecerá la pena.

domingo, 14 de octubre de 2012

Últimas compras en la Feria

Esta noche, a última hora, los libreros empaquetarán y mañana una cuadrilla de operarios andará desmontando las casetas.

Así acabarán dos semanas largas de búsqueda de chollos, en forma de precios asequibles y ediciones descatalogadas, que ayudan a montarte en casa una biblioteca de lo más apañada.

A las compras de la semana pasada, uno ya, pues, las de la que está terminando.

  1. Desgracia, del premio Nobel sudafricano J.M. Coetzee.
  2. Preciso como un reloj, novela sobre la trata de mujeres en Ciudad del Cabo, de la sudafricana Margie Orford, discípula del anterior.
  3. Dos clásicos de Joseph Conrad, prologados por Jorge Luis Borges, En el corazón de las tinieblas y La soga al cuello.
  4. El décimo hombre y El cónsul honorario, del maestro Graham Greene.
  5. Un imprescindible que me faltaba, Crónica de una muerte anunciada de Gabriel García Márquez.
  6. Un mes con Montalbano, una colección de relatos protagonizada por nuestro comisario italiano favorito, de Andrea Camilleri.
  7. Volverás a Región, la primera novela de Juan Benet.
  8. Las tinieblas de tu memoria negra, del ecuatoguineano Donato Ndongo (tengo que preguntarle a Eduardo Laporte si llegó a entrevistarle).
  9. El Aleph, colección de relatos de un tal Jorge Luis Borges.
  10. El día del Escorpión, segunda parte de El Cuarteto del Raj, que Paul Scott inició con La Joya de la Corona, imprescindible para los apasionados de la India colonial.
  11. No podía faltar algo de John Le Carré, El espía que surgió del frío.
  12. El jinete polaco, de Antonio Muñoz Molina.
  13. Para ir completando mi biblioteca de literatura navarra, La gran ilusión, con la que Miguel Sánchez-Ostiz ganó el Herralde de 1989
  14. Como nunca había leído nada de Truman Capote, me autobautizo a lo grande, con A sangre fría.
  15. Y para terminar, novela negra con denonimación de origen, catalana, con Códex 10 de Eduard Pascal; turca, con Un cadáver junto al Bósforo, de Celil Oker; y escocesa, con Campo de sangre, de Denise Mina.
Un año más, muchas gracias a todos los libreros y libreras, que se han pegado tantas horas en la Plaza del Castillo, por darme la oportunidad de conocer todos estos libros y llenar mis estanterías de sueños e imaginación.
 

jueves, 1 de marzo de 2012

Birdman

Birdman, el hombre pájaro, casi se desgracia el otro día al saltar desde el Monte Table, en Ciudad del Cabo.



Si el otro día hablábamos de la australiana a la que se le rompió la goma al saltar desde un puente sobre el Zambeze, hoy traemos este vídeo de Jeb Corliss al que simplemente se le rompieron las piernas al chocar con unas rocas durante el descenso.

No sé qué vientos soplan estos días por el sur de África para que a la gente le dé por correr semejantes riesgos, y menos sé a qué Dios se encomiendan para que les salve la vida cuando se precipitan en caída libre.

Ver para creer, cuando uno sabe que se puede pasear junto al Table con objetivos más pacíficos, para observar cómo Arnaiz y Bambridge conspiran en el Rhodes Memorial, por ejemplo, en las páginas de Beautiful Rhodesia.