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lunes, 8 de mayo de 2017

Presentamos Piel de topo, de Jon Arretxe

Después de su último viaje a Mali, dicen que en Piel de topo (Sator lokatzak en la versión original) Touré regresa a su Bilbao, a su pequeña África.


Dicen.


De momento, lo que sí sabemos es que este jueves 11 de mayo Touré regresa a Pamplona, a la tienda que Elkar tiene en la calle Comedias.


Allí, Carlos Bassas y yo pondremos en aprietos a su aita, Jon Arretxe, que seguro que tiene mucho que contarnos.


A partir de las 18:30.



miércoles, 13 de enero de 2016

Juegos de cloaca - Estolda jolasak, de Jon Arretxe

Tras la amarga, amarguísima, Sombras de la nada, regresa Touré a nuestras librerías. Y llega traumatizado, como no podía ser de otra forma, tras lo mucho que le hizo sufrir Jon Arretxe entonces.

En Juegos de cloaca el detective privado más africano de Bilbao regresa a su continente pero no a su Burkina Fasso natal, no, sino a Bamako, capital de la vecina Mali. En esta nueva entrega se mantiene el tono duro y amargo de su predecesora, permanecen los viejos personajes bilbaínos de la Pequeña África pero también conoceremos a una galería de malienses, hospitalarios, solidarios y humildes, pese a las corruptelas y miseria que les rodean (corruptelas y miseria que también nos rodean en Europa, por otra parte).

Pese a ese pesimismo predominante, sí que vuelven algunos ramalazos del humor de los primeros Tourés, como los que se observan en el funcionamiento de la oficina de derechos de autor de Mali.

Si andas por Pamplona-Iruñea este jueves 14 de enero, acércate a Elkar Comedias, donde a las 18.30 Carlos Bassas y yo acompañaremos a Jon Arretxe en el bautizo pamplonés de estos Juegos de cloaca (don Alejandro Pedregosa se nos ha caído del cartel).



 

martes, 18 de febrero de 2014

Asesinatos archivados, de Didier Daeninckx

El 17 de octubre de 1961, mientras en Argelia se libraban los combates más violentos de su guerra de independencia, una manifestación de argelinos de París, que protestaban por el toque de queda al que se veían sometidos, acabó en masacre.

Esa misma noche, en el fragor de la represión de los gendarmes, un profesor francés de Historia es asesinado. Veinte años después, su hijo, también.

En este marco histórico, Didier Daeninckx construye Asesinatos archivados (ed. Akal), una novela negra colosal que navega entre el thriller político y la intriga policíaca.

Siempre había pensado que los franceses habían tardado demasiados años (casi cincuenta) en sacudirse los fantasmas que rodean la descolonización de Argelia. Tenemos buenos ejemplos en la actualidad, Hombres, de Laurent Mauvignier, o Donde dejé mi alma, de Jérôme Ferrari.

Pero no, con esta novela me he llevado la sorpresa de que el señor Daeninckx ya lo hizo en 1983.

Con un ritmo perfectamente medido y todos los ingredientes del género (inspector de provincias, intereses gubernamentales ocultos, un poco de amor imposible), Asesinatos archivados nos lleva también al otro gran tabú que pesa sobre la conciencia francesa, la colaboración con los nazis durante la Segunda Guerra Mundial.

Desde luego, esta novela me ha chiflado, no solo porque toque palos de la Historia del siglo XX que siempre me han interesado, sino por la forma con la que el autor supo construir la trama.

Y en menos de 200 páginas, que no hace falta un kilo de papel para armar buenas historias, coño.
 

miércoles, 22 de enero de 2014

Novela negra sudafricana (VI)

Si un aspecto destaca en la novela negra sudafricana actual es su absoluta crueldad. En contraposición al género policíaco clásico, en el que la trama criminal suponía una excusa para el entretenimiento, existe ahora un puñado de autores en el sur de África empeñado en que sus novelas reflejen con crudeza la realidad de su país.

Si Roger Smith dibujó una salvaje historia de venganza en Diablos de polvo, si Margie Orford retrató dramáticamente la explotación sexual de las mujeres en Sudáfrica en Preciso como un reloj, la gran estrella del género en ese país, Deon Meyer, no se queda atrás con El pico del diablo, una cruel historia sobre abusos infantiles y que toca otros dramas como la prostitución y el alcoholismo.

Ya hace mucho que Ricardo Bosque, todo un gurú para estas cosas, me habló de Meyer, autor blanco que escribe sus novelas en afrikaáns y, desde entonces, le tenía echado el ojo.

Melchor se acordó hace unos días y me lo puso en el zapato.

El pico del diablo está ambientada en la Sudáfrica actual, ese país que intenta reinventarse tras décadas de apartheid y siglos de dominación blanca sobre la mayoría negra. Y esa tensión racial sobrevuela la historia, con destellos de la complicada relación jerárquica que se produce entre los viejos policías blancos y el resquemor que muestran ante la incorporación de agentes negros en virtud de la discriminación (o la afirmación) positiva.

Más allá de estos aspectos étnicos que siempre me han resultado apasionantes la novela destaca por el talento de Meyer a la hora de dosificar los distintos hilos de la trama con una presentación progresiva y agobiante de sus distintos personajes y de sus trágicas circunstancias.

Como suele ocurrir, Ricardo Bosque no se equivocó en su recomendación.

Así que seguiremos leyendo a Meyer, que intuyo que merecerá la pena.

sábado, 21 de diciembre de 2013

Yasmina Khadra

Bajo este seudónimo femenino, se esconde Mohammed Moulessehoul, el novelista argelino actual en lengua francesa más conocido a este lado del Mediterráneo.

Antiguo militar, su Trilogía de Argel, compuesta por las novelas MorituriDoble blanco y El otoño de las quimeras supuso su debut en el género negro. En dichas obras, Khadra expuso claramente sus opiniones sobre el conflicto que enfrentaba en los años 90 al gobierno argelino del Frente de Liberación Nacional (FLN), progresista y laicista, con el fundamentalismo religioso encarnado por el FIS (Frente Islámico de Salvación). Este hecho, unido a su preferencia por escribir en francés en vez de en árabe, le llevaron a abandonar el ejército e instalarse en Aix-en-Provence.

Pero, sin duda, la novela que le lanzó al estrellato fue Lo que el día debe a la noche, que recreaba el Orán cosmopolita de la época colonial, en la que convivían, no siempre, pieds noirs (de origen francés, español, italiano o maltés) con árabes, bereberes y judíos.

En este 2013 se ha estrenado la versión cinematográfica, de la que os dejo el tráiler:


Los conflictos entre comunidades y la discriminación racial son el marco en el que se desarrolla esta novela que navega entre lo histórico y lo costumbrista, lo romántico y lo social, ambientada en la ciudad que vio nacer a otro novelista argelino francófono, Albert Camus, desde los años 30 hasta la independencia de Argelia en 1962.

Recientemente se ha publicado en español Los ángeles mueren por nuestras heridas, en la que, a través de la supuesta autobiografía de Turambo, un boxeador musulmán, Yasmina Khadra regresa a ese Orán colonial previo a la Segunda Guerra Mundial.



Su forma de narrar, exquisita y cercana al mismo tiempo, constituye la clave de su éxito.

No lo perdáis de vista.

viernes, 6 de diciembre de 2013

La música del apartheid

Ayer, 5 de diciembre de 2013, murió Nelson Mandela. Muchas cosas se dirán sobre su figura y su obra estos días, y poco hay que añadir.

Hoy quiero recordar la música que, durante años, sirvió para que en el mundo se conociese la lucha de su pueblo contra el apartheid.

Desde la del cantante sudafricano Johnny Clegg, con sus bandas Juluka y Savuka...



...hasta Peter Gabriel, que recordó la tortura y muerte de Steve Biko recreada en la peli Grita Libertad...



...pasando por gente de nuestra tierra, como los hermanos Muguruza con Kortatu en su inolvidable concierto de despedida en el Anaitasuna.



 
 

lunes, 4 de noviembre de 2013

La canción de Mbama, de Javier Reverte

De vez en cuando hemos hablado en este blog de novelas guineanas, como El cooperante, Palmeras en  la nieve o Las tinieblas de tu memoria negra.
 
Unos son autores de aquí y otros de allá.
 
Algunas están ambientadas en la actual Guinea Ecuatorial y otras en la antigua Guinea Española.
 
Y algunas combinan ambas épocas.

Es este el caso, también, de La canción de Mbama, de Javier Reverte, uno de los autores españoles más prolíficos en lo que a África se refiere, y del que ya comentamos en su día el soberbio thriller El médico de Ifni.

La canción de Mbama es una novela corta, rápida, que resume cuarenta años de la vida de un médico navarro en Guinea, desde los años finales de la colonización española hasta la actualidad, pasando por la descolonización y las dictaduras de Macías y Obiang.

Y, pese a estar ambientada en África, lo que más de ha gustado de la novela es ese aire a western que desprende, con sus odios atávicos y sus deseos de venganza paciente.

Toca también otros temas interesantes, como el de la cooperación internacional, que ya vimos en la novela de Javier Oliva, la opinión nativa sobre la época colonial, aparecida la de Donato Ndongo o los de las relaciones amorosas/sexuales entre europeos y nativas, tratado en la novela de Luz Gabás.

En resumen, una estupenda novela para darnos un garbeo por el África hispana, tan desconocida, paradójicamente, por estos lares.


 

lunes, 12 de agosto de 2013

Novela negra sudafricana (V)

Con esto del boom de la literatura criminal que nos llega desde el sur de África, son muchas las oportunidades que se nos brindan para descubrir autores de la tierra de Nelson Mandela.

El último que ha pasado por mis manos ha sido Roger Smith, nacido en Johannesburgo, con su potente novela Diablos de polvo. Ambientada en la actualidad, en esa Sudáfrica que ya dejó atrás el apartheid, pero que ha creado nuevas fronteras en el seno de su población, las socioeconómicas, que tan bien conocemos en el resto del mundo.

Así, esta novela nos presenta esta nueva Sudáfrica multirracial, en la que ya no son ilegales las relaciones sexuales interétnicas, pero en la que campa la corrupción y los poderosos siguen siéndolo, aferrados a las viejas tradiciones, y en la que las mujeres, también como en tantas otras partes del mundo, son meros objetos de intercambio.

Es una historia de venganza, de retorno al pasado, de resurrección de viejos fantasmas, de hasta dónde pueden llegar las personas llevadas al límite, pero también es una historia de amor y lealtad, envuelta toda ella en un mundo tan violento, en el que la vida tiene tan poco valor, que angustiará al público que solo busque un thriller entretenido con el que pasar el rato.

Porque Diablos de polvo es mucho más que un etnothriller, es un puñetazo salvaje en el estómago de quien la lea.

Por último, hay que destacar la cuidada traducción y edición de Es Pop, a la que hay que agradecer que nos haya traído este magnífico regalo en forma de literatura africana.

domingo, 12 de mayo de 2013

Novela negra sudafricana (IV)

Nacida en Swazilandia, Malla Nunn vivió su infancia en la Sudáfrica del apartheid clasificada como mestiza, siguiendo las normas de aquel formidable y paranoico aparato burocrático-policial que segregaba a las personas en función de su color de piel.

Afincada en Australia desde la década de los 70, aquellas vivencias infantiles quedan reflejadas en su obra literaria. Así, en Un hermoso lugar para morir, novela ambientada en la Sudáfrica de los años 50 en los que la Ley de Inmoralidad prohibía las relaciones sexuales interraciales, la mezcla (o no mezcla) entre razas es el detonante del asesinato del comisario de policía afrikáner de una pequeña localidad rural fronteriza con el Mozambique colonial portugués.

Emmanuel Cooper, agente de la Policía Judicial, es asignado al caso y, a través de sus investigaciones, conoceremos de primera mano las intrincadas relaciones entre las comunidades bóer, inglesa, zulú e incluso judía del país.

Este policía, veterano desquiciado de la Segunda Guerra Mundial, es todo un descubrimiento (los pasajes en los que se le meten en la cabeza las órdenes y broncas del sargento escocés a cuyas órdenes sirvió en Europa son geniales), y podemos seguir sus andanzas en la segunda entrega de la serie, también editada por Siruela, Que los muertos descansen en paz.

Así pues, nos encontramos ante otro gran ejemplo de la novela negra sudafricana, tan en boga en los últimos tiempos.

Malla Nunn, fotografiada por Jacky Ghossein


 

domingo, 13 de enero de 2013

Enrique Meneses y la guerra de Rhodesia

La semana pasada falleció Enrique Meneses, maestro de periodistas y uno de los grandes reporteros europeos de las últimas décadas.

Cubrió infinidad de conflictos armados, desde las guerras civiles en Zaire y Angola en los años 70 hasta la más reciente de los Balcanes, pasando por el tiempo que compartió en la Cuba de Batista con los entonces guerrilleros Fidel Castro y Ernesto Che Guevara..

Cuando yo era chiquitín, vi en la tele este reportaje de 1975, sobre la guerra de Rhodesia, en el cual lo que más me asombró fue la existencia de africanos blancos (excelentes, por cierto, las entrevistas de Meneses al obispo Abel Muzorewa, líder moderado de la mayoría negra del país, y a Ian Smith, primer ministro del gobierno blanco de Rhodesia). Quién sabe, quizás en este trabajo se halle, en cierto modo, mi interés por Zimbabwe y la génesis de mi novela Beautiful Rhodesia.

http://www.rtve.es/alacarta/videos/reporteros-de-la-historia-de-tve/rhodesia-prueba/896951/

Meneses pertenecía a esa raza de reporteros de guerra, de la que formaron parte gente como Pedro Erquicia, Diego Carcedo, Arturo Pérez-Reverte, Ángela Rodicio o Carmen Sarmiento, que, aun a riesgo de sus vidas, supieron hacer llegar a nuestras pantallas la crudeza de las guerras que han asolado nuestro mundo.

Aún quedan periodistas así, claro, pero con la que está cayendo uno no puede evitar preguntar a la clase política española qué cojones están haciendo con RTVE, que en tiempos fue una de las más prestigiosas del mundo a la hora de cubrir conflictos armados internacionales.

Meneses con el primer ministro rhodesiano Ian Smith
 

lunes, 19 de noviembre de 2012

20N: muerte de Ian Smith (I)

Hace cinco años, el 20 de noviembre de 2007, murió en Ciudad del Cabo Ian Smith, líder durante décadas de la minoría blanca de Zimbabwe-Rhodesia.

De origen escocés, nació el 8 de abril de 1919 en Selukwe, en las Midlands de la entonces colonia británica de Rhodesia del Sur. Su padre John llegó a la colonia en 1898 en busca de oro, y desempeñó oficios tan diversos como granjero, carnicero o panadero. Su madre, Agnes, había nacido en Inglaterra.

Como tantos otros jóvenes blancos del sur de África, fue un fanático del deporte, llegando a ser capitán de los equipos de tenis, rugby y críquet de su escuela.

Durante la Segunda Guerra Mundial, se enroló en las Fuerzas Aéreas de Rhodesia del Sur y participó en la Batalla de Inglaterra. Un grave accidente aéreo a los mandos de un Hurricane cerca de Alejandría, en Egipto, le provocó una parálisis facial de por vida.

Como piloto del Escuadrón Rhodesiano 237 de la RAF, luchó en los cielos de Italia, hasta ser derribado en el valle del Po. Recogido por los partisanos, fue acogido por una familia italiana, los Zunino, hasta que pudo regresar tras las líneas aliadas.

Tras la guerra, finalizó sus estudios universitarios en la Rhodes University en Sudáfrica y adquirió una granja en su localidad natal, que llegó a alcanzar una superficie de 87 kilómetros cuadrados.

Su carrera política arrancó en 1948, cuando fue elegido por su distrito miembro del parlamento de la colonia de Rhodesia del Sur. Su desacuerdo con la idea del Partido Liberal de reservar escaños en el parlamento a la mayoría negra, le llevó a crear su propio grupo, el Frente Rhodesiano.

Elegido primer ministro en 1963, se opuso frontalmente a que una hipotética independencia de la colonia del Reino Unido se basara en el principio del sufragio universal. Hasta entonces, el derecho al voto en Rhodesia solo se obtenía si se disponía de un cierto nivel educativo y económico, lo que relegaba a la mayoritaria población negra.

El 11 de noviembre de 1965, el gobierno autónomo rhodesiano proclamó la independencia del país, de forma unilateral, con la oposición británica y de las Naciones Unidas.

Smith firma la Declaración Unilateral de Independencia

Anticomunista convencido, solo contó con el apoyo de Sudáfrica y Portugal, que aún poseía las colonias de Angola y Mozambique, gobernadas ambas por la minoría de origen portugués. De este modo, todos los territorios del sur de África contaban con gobiernos blancos.

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lunes, 3 de septiembre de 2012

Novela negra sudafricana (I)

El verano suele ser buena época para hincarle el ojo a todas esas lecturas retrasadas o recomendadas que se te han ido acumulando en la estantería.

Entre tantas sugerencias no me suelen faltar novelas islandesas, suecas o noruegas, pero uno ya está un poco cansado de nombres de calles llenos de consonantes, de nieve y de circulicos encima de la letra A.

Así que este verano, y haciendo caso de Ricardo Bosque, he cambiado de hemisferio y he saltado al cono sur africano.

La literatura sudafricana es mundialmente conocida por sus recientes premios Nobel Coetzee y Gordimer. Pero las figuras que llaman la atención de los amantes del género negro son James McClure, Deon Meyer, Roger Smith, Margie Orford y el zimbabwoescocés Alexander MacCall Smith.

James McClure nació en Pietermaritzburg en 1939 y falleció en Inglaterra en 2006. Periodista de profesión, abandonó su Sudáfrica natal como muchos otros blancos opositores al apartheid. En su exilio británico concibió a la pareja de policías formada por el afrikáner Tromp Kramer y el bantú Mickey Zondi. Policía blanco y policía negro que se dedican a investigar crímenes en la Sudáfrica de la segregación racial de los años 60 y 70.

Aparte de las elaboradas tramas, del ritmo y originalidad de su prosa (rondando a veces lo sobrenatural), sus novelas conforman una fotografía fiel de aquel régimen político que clasificaba a las personas según su color de piel, un régimen obsesionado por la diferencia, no solo entre blancos y negros, sino entre xhosas y zulúes, entre mestizos e indios, entre boérs e ingleses. Así, McClure no duda en retratar con fidelidad los contrastes dentro de la propia minoría blanca, con una población afrikáner rural, algo bruta, ferviente seguidora de la Iglesia Luterana Reformada Holandesa, autoencomendada con la sagrada tarea de civilizar el sur de África, y una población anglófona, intelectual y urbana, y tan racista como los viejos boérs.

Aun así, por encima de los odios raciales, McClure consigue establecer un vínculo de complicidad y camaradería entre Kramer y su cafre Zondi, conformando una de las mejores parejas negroliterarias con las que me he encontrado nunca.

Actualmente, están disponibles en castellano La Canción del Perro (Ed. Reino de Cordelia), última novela escrita por McClure pero en cierto modo la primera de la saga, y la excelente y descarnada El leopardo de la medianoche (Ed. Funambulista). Ambas, por supuesto, más que recomendables para amantes del etnothriller.

 

viernes, 10 de agosto de 2012

Las chicas de oro de Zimbabwe

A punto ya de clausurarse los Juegos Olímpicos de Londres, es hora de hacer balances. Cuando aún quedan varias pruebas por disputarse, las esperanzas del Comité Olímpico de Zimbabwe residen exclusivamente ya en las piernas de sus maratonianos.

La nadadora Kirsty Coventry consiguió colarse una vez más en varias finales, pero esta vez no pudo llevarse medallas. Pero ahí ha estado ella, liderando la natación femenina africana y animando al resto de deportistas de su país.

Lejos quedan ya aquellos Juegos Olímpicos de Moscú, en 1980, los primeros en los que participó Zimbabwe y en los que no pudo tener mejor estreno que la medalla de oro que obtuvieron las chicas de hockey sobre hierba, el mayor hito de la historia deportiva de su país hasta la irrupción de la nadadora de Harare. En este vídeo, a partir del segundo 30, podéis ver algunas imágenes de la hazaña de las jugadoras africanas.



Y ya que hablamos de la participación de Zimbabwe, es conveniente recordar la actuación olímpica de Rhodesia. Como colonia británica con comité olímpico propio, tomó parte en los juegos de Amsterdam 1928, Roma 1960 y Tokio 1964. Tras la declaración unilateral de independencia por parte de la comunidad blanca del país en 1965, no participaron en los de México 1968.

Su retorno a los juegos estaba previsto para Munich 1972, su equipo preparado y listo para viajar a Alemania. Pero la amenaza de boicot de sus vecinos africanos, llevó al COI a excluir a Rhodesia de los juegos.


Y ya nunca volvería, hasta que el nuevo Zimbabwe multirracial viajó a Moscú en 1980 para que sus chicas de oro se llevaran el título del hockey.

sábado, 12 de mayo de 2012

Grita Libertad (Cry Freedom)

Hubo un tiempo en el que los granos amenazaban mi cara y los guetos sudafricanos copaban la actualidad de la sección internacional del Diario de Navarra. Uno, tres, diez, quince, eran los sudafricanos negros muertos que cada día anunciaban los titulares. Y pocas eran las víctimas que alcanzaban la mayoría de edad.

Hoy hemos olvidado aquel horror. Incluso ellos lo han olvidado o, al menos, lo han intentado, tanto víctimas como verdugos.

Ayer, en un intento por recuperar mi inglés oxidado, vi Cry Freedom, Grita Libertad, la peli espléndida de Richard Attenboroug, autor también de Gandhi, ya comentada en este blog.

Y no alcanzo a comprender, aunque admiro, el éxito del proceso de reconciliación que ha vivido ese país. Porque, aunque el estatus económico les siga separando, Sudáfrica es ya, al menos, un país gobernado a golpe de voto, y no a golpe de color de piel.

Quizás, algún día, en este rinconcito entre el Ebro y el Adour, consigamos un día entendernos o, al menos, soportarnos.

Para tomar nota y no perpetuar tantos tiempos de odio, aquí os dejo el trailer de la peli protagonizada por Kevin Kline y Denzel Washington.

Que, por cierto, y curiosamente, fue rodada en el Zimbabwe post-rhodesiano.