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miércoles, 19 de junio de 2013

Las manos del carpintero - Arotzaren eskuak, de Ladron Arana

Al hilo del éxito arrollador de El guardián invisible de Dolores Redondo, Iban Zaldua comentaba el otro día que el nacimiento del thriller navarro no es cosa de 2013, sino que viene de antes, de mucho antes. Mencionaba, entre otros, a Jon AlonsoAingeru Epaltza y Alberto Ladron Arana, figuras portentosas de la novela de intriga en euskera. No sería justo tampoco olvidarnos de Jon Arretxe.

En castellano, otra mujer, Reyes Calderón, triunfa con novelas que mezclan lo policíaco y lo judicial. Y tampoco deberíamos olvidarnos de mí mismo, coño, que por algo me llevé el López Torrijos de 2011 con Beautiful Rhodesia.

Este año, los castellanoleyentes hemos tenido la oportunidad de acercarnos a la traducción de Arotzaren eskuak, Las manos del carpintero, de Alberto Ladron Arana.

Y me la he merendado en dos tardes.

Con una protagonista femenina espléndidamente dibujada, acosada por sus problemas de autoestima, y que no duda en sumergirse en sus fantasmas familiares para verse inmersa en una trama de investigación que mezcla asesinos en serie, robos de arte y Segunda Guerra Mundial, Ladron Arana nos lleva a ritmo trepidante por Navarra, Gipuzkoa, Iparralde y Francia. Su prosa hábil así se lo permite, desvelando con dosis medidas cada elemento de la trama, de forma que no puedas despegarte de sus páginas.
 
No es de extrañar, pues, que la versión en euskera ande ya por la decimoquinta edición.

Así que ya tengo ansiedad por encontrar en las librerías traducciones de sus otras novelas.

O por volverme al euskaltegi.

lunes, 10 de junio de 2013

Balance de la Feria del Libro

Mientras andan desmontando las casetas de la plaza del Castillo, llega la hora de hacer balances. Como siempre, he pasado buenos ratos charlando con libreros y autores, pero, cuando me he sentido feliz de verdad, ha sido a la hora de revolver entre los libros en busca del deseado.

Y aquí está la lista de adquisiciones de 2013:

  • Las manos del carpintero, de Alberto Ladron Arana.
  • 612 euros, de Jon Arretxe.
  • El informe Müller, de Antonio Manzanera.
  • La última batalla, de Jose Javier Abasolo.
  • Las espuelas del deseo, de Rebeca Viguri.
  • Aki y el misterio de los cerezos, de Carlos Bassas Del Rey.
  • El anarquista que se llamaba como yo, de Pablo Martín Sánchez.
  • Cuarenta días de mayo, de Mikel Alvira.
  • Donde viven los dioses menores, de Jokin Azketa.
  • Libro de los Teobaldos, de Mikel Zuza.

Y, de regalo, La polla más grande del mundo, de Patxi Irurzun.

Me he dejado unos cuantos por comprar para más adelante, cuando mi cartera se recupere del chandrío.

Pero vamos, que estoy deseando que llegue el 6 de julio para empezar a leer.

Ejem.

Con Mikel Alvira y sus 'Cuarenta días de mayo' (foto Librería Nerea).


 

martes, 7 de febrero de 2012

Novela negra vasca

Hay gente a la que no le gustan las etiquetas. En esto de la literatura, dicen que encasillan, que encorsetan a un autor o a su obra.

Puede ser.

Pero en estos tiempos de crisis en los que hasta los bancos se unen y los bodegueros se asocian para intentar asomar la cabeza, el marketing nos aconseja la creación de marcas.

En el campo de la novela negra, de misterio o del thriller, este fenómeno ya lleva tiempo produciéndose. El ejemplo más claro lo tenemos en la novela negra nórdica, que gracias al paraguas de los Larsson y Mankell, ha inundado nuestros escaparates y nuestras lecturas. El otro día vi la entrevista a Petros Markaris en Página 2. El griego defendía la existencia de una novela negra mediterránea, desde Vázquez Montalbán a Camilleri, pasando por él mismo.

Estos días se celebra el festival literario Barcelona Negra. Los catalanes, que aunque suene a tópico gozan de más olfato para estas cosas, nos han echado un cable y organizaron una mesa redonda sobre la novela negra vasca.

Allí estuvieron presentes, dando a conocer nuestra forma de entender la narrativa de misterio, Aingeru Epaltza, José Javier Abasolo y Jon Arretxe. Hace algún tiempo, hablando de narrativa navarra, mencioné a este último y a Alberto Ladron Arana, que cultivan, en euskera, el género negro.

Cada cual lo entenderá a su modo, tendrá su estilo, su técnica, su idioma y sus temas, pero no es mala idea la de crear, o fomentar, esa marca. La novela negra vasca. Me gusta. I like. Gustatzen zait.

Y ahora que hace tanto frío afuera, mi Beautiful Rhodesia también quiere, o debe, subirse a ese tren.