miércoles, 19 de septiembre de 2012

Novela negra sudafricana (II)

Alexander McCall Smith no es negro ni sudafricano. ¿Qué hace aquí, pues? Tranquilidad, que hay motivos, sí, hay motivos.

El primero, Bulawayo, su lugar de nacimiento, en Zimbabwe, aunque entonces (1948) el país se llamara Rhodesia o, mejor dicho, Rhodesia del Sur, y fuera colonia británica. Pese a haber vivido mucho tiempo en Escocia, la tierra de sus ancestros, en la actualidad este profesor universitario pasa la mayor parte del año en Botswana.

Y es en este país donde Alexander ambienta su exitosa serie de novelas en torno a la primera agencia de mujeres detectives de África.

Tal vez no sea exacto clasificar estas novelas dentro del género negro, pese a su carácter policíaco o detectivesco. A mi entender, se encuentran más bien cercanas a la tradición missmarpleiana, si se me permite la etiqueta; son unas historias amables, deliciosas, que se leen con infinito placer y que retratan las vidas sencillas de gentes africanas sencillas.

De hecho, considero que, por encima de la propia trama, resultan más interesantes el carácter de Precious Ramotswe, tan orgullosa de ser una mujer de complexión tradicional, y el de los personajes que la rodean, como su compañera Mma Makutsi, su marido el señor Matekoni y los ayudantes de este en su taller mecánico.

Lo dicho, las novelas de Alexander McCall Smith constituyen un placer sencillo pero delicioso, y muy alejado de los tópicos de tramas policíacas complejas, trepidantes y llenas de acción y tiros.

Si es que hasta el propio Alexander tiene cara de buenazo.

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