Cuando
Javier Oliva presentó
Cruzar el río en Pamplona, afirmó sin rubor que su protagonista era imbécil. No recuerdo si, incluso, añadió gilipollas. Bonita forma de vender tu libro, pensé mientras intentaba hacerle fotos.
Pues bien,
Marita, el personaje principal y que ejerce de narradora de esta espléndida y dura novela, es idiota perdida. Una pija, una
snob, una
yuppie manirrota a la que su peculiar
estilo de vida acaba dejándola en la puta calle, convirtiéndola en una
sin techo.
Marita, a través de la mano maestra de Javier, nos cuenta su vida, sus años de gloria laboral, económica, sexual y social, y su descenso a los infiernos de la calle, en un proceso constante de autoengaño y de ojos cerrados a la realidad.
Con un par de protagonistas espléndidos, Javier aprovecha para retratar y analizar la
sociedad actual, el consumismo, el sistema capitalista y valores como la solidaridad y la amistad.
El
estilo fluido, ágil, pero al mismo tiempo profundo y maduro con el que está construida
Cruzar el río la hicieron merecedora del puesto de
finalista del Premio de Novela Fernando Lara 2012 convocado por la editorial Planeta.
Si Javier saliese en la tele, se habría llevado el premio.
Pero ese es otro tema.