Ya están a la venta, ya están aquí, la novela ganadora del López Torrijos 2013, Siete puentes sobre el Sena, y la finalista, La colina de los geranios.
María José Aguilar Rueda ganó el López Torrijos 2013 con estos Siete puentes sobre el Sena de los que os dejo la sinopsis.
Siempre hay que volver, mirar atrás, enfrentarse al pasado para esclarecerlo, para recuperar la memoria. Clara, adormecida en el trajinar cotidiano de supervivencia urbana, había olvidado sus orígenes. Una llamada de teléfono la hará mirar de nuevo hacia atrás. Su abuela, antes de morir, quiere legarle un pasado que “quedó abierto”, que no se hizo presente: “en el desván, en un pequeño armario, en una caja roja”… Dejando de lado las contradicciones entre el ambiente rural abandonado que se le presenta y su mundo actual, Clara se dispone a cumplir la misión legada. Encuentra la caja y se hace consciente de que su vida, hasta ese momento, está siendo sólo un “largo plano secuencia por el que desfilan personas…”.
Consciente de que su vida llega a su fin, Selma encuentra en Nelly el cauce por el que dar rienda suelta a sus sentimientos más íntimos, con audacia: “la felicidad es un descubrimiento, querida, no una posesión; audacia, no casualidad”. Tiene la necesidad de proclamar su amor con Sophie Elkan, su “compañera de vida y de letras”. Selma sabe que Sophie la espera, que “estará al final de las luces aguardando su llegada a la cima de la colina, de noche, con los pies descalzos, sobre la hierba”.
Son solo dos meses los que Nelly y Selma están juntas, pero no dejan de comunicarse a través de diálogos revestidos de sensual teatralidad, en una atmósfera intimista y cargada de emotividad, sobre los valores que Selma ha manifestado y defendido a lo largo de su vida. Y todo sucede en su querida Märbacka. En la colina de los geranios.
María José Aguilar Rueda ganó el López Torrijos 2013 con estos Siete puentes sobre el Sena de los que os dejo la sinopsis.
Siempre hay que volver, mirar atrás, enfrentarse al pasado para esclarecerlo, para recuperar la memoria. Clara, adormecida en el trajinar cotidiano de supervivencia urbana, había olvidado sus orígenes. Una llamada de teléfono la hará mirar de nuevo hacia atrás. Su abuela, antes de morir, quiere legarle un pasado que “quedó abierto”, que no se hizo presente: “en el desván, en un pequeño armario, en una caja roja”… Dejando de lado las contradicciones entre el ambiente rural abandonado que se le presenta y su mundo actual, Clara se dispone a cumplir la misión legada. Encuentra la caja y se hace consciente de que su vida, hasta ese momento, está siendo sólo un “largo plano secuencia por el que desfilan personas…”.
Una hoja arrancada de un libro con un poema, una postal doblada, una fotografía.
Clara tiene la tentación de conservar y custodiar estos recuerdos, dejando que sean sólo eso, recuerdos. Pero, se le presentan como las piezas de un tangram: exigen orden, búsqueda de sentido. Inesperadamente, Javier, su marido, es su aliado y le marca las primeras pistas para iniciar esta búsqueda. Pistas que llevan a Clara a París.
Un libro, una editorial artesanal; silencio y misterio, “sueños escondidos”.
Un poema, paseos al lado del río Sena, unas postales. Étienne.
El carácter mágico de esta búsqueda por las calles de París, con la presencia permanente del río, favorece la ruptura de los muros del resentimiento y del olvido. El abuelo de Etienne, Antoine, pone texto al pasado-que-quedó-abierto de la abuela de Clara: una hermosa y triste historia de amor desde los puentes del Sena.
La novela finalista, La colina de los geranios, es obra de María Blázquez Alonso, y su presentación no es menos atractiva:
Año 1940. Finales de Enero. Nelly Sachs logra poner sus pies en la fría estación de Sunne (Suecia), salvada de las garras del monstruo que asolaba Europa, gracias a la intervención de Selma Lagerlöff.
Consciente de que su vida llega a su fin, Selma encuentra en Nelly el cauce por el que dar rienda suelta a sus sentimientos más íntimos, con audacia: “la felicidad es un descubrimiento, querida, no una posesión; audacia, no casualidad”. Tiene la necesidad de proclamar su amor con Sophie Elkan, su “compañera de vida y de letras”. Selma sabe que Sophie la espera, que “estará al final de las luces aguardando su llegada a la cima de la colina, de noche, con los pies descalzos, sobre la hierba”.
Son solo dos meses los que Nelly y Selma están juntas, pero no dejan de comunicarse a través de diálogos revestidos de sensual teatralidad, en una atmósfera intimista y cargada de emotividad, sobre los valores que Selma ha manifestado y defendido a lo largo de su vida. Y todo sucede en su querida Märbacka. En la colina de los geranios.