lunes, 28 de abril de 2014

Donde viven los dioses menores, de Jokin Azketa

El problema de ir acumulando libros en casa radica en que no siempre dispones del tiempo suficiente para hincarles el dedo, de modo que al final siempre acabas leyendo novedades cuando ya no lo son.

Así, cuando Jokin Azketa consiguió ser finalista del Premio Desnivel en 2011 con Donde viven los dioses menores, rápidamente me hice con la novela, pero su talento me ha superado, pues en 2013 tuvo mayor fortuna y se llevó el premio con Lo que la nieve esconde. Tiempo tendré de leerla, claro, pero me gusta ir en orden.

Soy criatura del asfalto o, más bien, del adoquín, por aquello de vivir en este viejo burgo de Navarrería, de ahí que el monte nunca me haya atraído especialmente. Pues eso, siendo como soy ignorante de casi todo lo que tenga que ver con la montaña, lo que nunca pude esperar al empezar a leer Donde viven los dioses menores fue encontrarme con una novela claustrofóbica.

Porque lo que Jokin me ha transmitido, de forma contundente, todo hay que decirlo, ha sido eso, claustrofobia. Resulta paradójico, sí, pero esos espacios blancos, abiertos y helados del Pirineo resultan espeluznantemente opresivos en las manos de Jokin, a través de un grupo de personajes envueltos en una historia más cercana al terror psicológico que a la literatura de viajes.

Al más puro estilo teatral de Diez negritos, Donde viven... atrapa con una atmósfera, unos caracteres y un suspense poderosos en el que también hay espacio crítico para esos gurús que tan de moda se han puesto hoy en día, esos charlatanes que basan su exitosa verborrea en temas tan manidos como la superación y la capacidad de emprender.

Todo ello, además, con una capacidad narrativa de lujo que, a quienes nos gusta la literatura, nos deja la mar de felices (aunque con el alma en vilo).

Pues eso, que ojito con Jokin Azketa, otra de las estrellas emergentes de la literatura de este pequeño país pegado al Pirineo, que diría Pep Guardiola.



 

lunes, 21 de abril de 2014

A las 10 en el Diez

Aitor Iragi Eraul, vecino, peñakide, colega, amigo y un sinfín de cosas más, presenta este viernes 25 de abril, a las 19.30, en la Sala de Calderería 11, su primera novela, A las 10 en el Diez.

Y va el muy inconsciente y me pide que le escriba el prólogo.

Pues ahí os lo dejo, en plan filtración, para que luego os quejéis de que no suelto exclusivas.



 

Correr es de cobardes.

         De cobardes, dicen.

         Salvo que sean las ocho de una mañana de julio en la cuesta de Santo Domingo y, periódico en mano y pañuelo rojo al cuello, nos encontremos al autor de esta novela, pegado al muro y de blanco inmaculado, más o menos. A esas horas de gorriones, cohetes, cencerros y pezuñas, defendiendo dos cosas que ama, su lengua y su pellejo. Ahí es nada. Para que luego digan.

         Correr es de valientes, pues.

         Y no solo correr.

         En estos tiempos de prisas, de búsqueda de la inmediatez, de la velocidad, de lo instantáneo, como si fuéramos una sociedad Nesquik, plantearse proyectos a medio y largo plazo denota, no ya valentía, sino temeridad. Eso y no otra cosa demostró Aitor el día que se dijo
ya estoy listo, ya puedo empezar, quiero contar una historia, mi historia, tu historia, nuestras historias, la de los años más convulsos de nuestra tierra, aquellos en los que Navarra perdió su independencia, y la de los años más convulsos de su vida, la de Aitor, cuando se hizo adolescente y, supongo, le salieron granos y le partieron el corazón en días alternos.

         Hay que ser valiente, sí, muy valiente, para dedicar tantos meses de tu tiempo a pensar, hilvanar, investigar, trenzar y encajar una novela inverosímil —o no— que discurre a lo largo de casi quinientos años de grandes y pequeños sucesos, de historia y de intrahistorias como diría Unamuno, entre castillos, caballeros y doncellas renacentistas, brazos incorruptos, polis corruptos, música punk, radios libres y korrikas.

         Pasajes demenciales, hilarantes, se unen a otros que nos invitan a la reflexión, a cuestionarnos nuestro entorno, quién sabe si cambiante o eterno, y a un claro interés de comunicar al público quién es, dónde va y de dónde viene este pueblo navarro, tan humilde y humillado como orgulloso.

         Escribir es de valientes.

         Dicen.

         Digo.

         Y Aitor lo es.

         Yo ya lo sabía.





 

jueves, 20 de marzo de 2014

Siete puentes sobre el Sena, de María José Aguilar Rueda

Por motivos que no vienen al caso, llevo mucho tiempo intrigado con el Sena y, en particular, con uno de sus puentes.

Por eso, cuando me enteré que la novela ganadora del López Torrijos y Montalvá de 2013 se titulaba Siete puentes sobre el Sena, supe de inmediato que María José Aguilar me había ganado como lector.

Al igual que sus predecesoras en el palmarés del certamen, con la excepción de la edición de 2011 (sic), esta novela no es una novela, es un novelón. Afirma María José que es la primera que ha escrito, eso solemos decir todos, aunque hayamos emborronado miles de páginas de historias antes de llegar a ver una publicada, pues bien, de ser cierto, podemos decir que hemos descubierto a una autora que ha nacido con talento para contar historias, para dosificarlas a lo largo de unos capítulos que saben agarrarte la mano y llevártela a pasar página tras página, para avanzar con la protagonista en el descubrimiento de los secretos de la vida de su abuela, viajando de la España rural actual al París de finales de los años 40 del siglo pasado.

Con pinceladas de historia romántica, combinada con toques de misterio, María José es equilibrada en las formas y en la trama, sabe evitar caer en la cursilería, en el lenguaje almibarado o en investigaciones inverosímiles. Adorna la novela, además, con guiños a algunos de mis ídolos literarios juveniles como Tolkien, Ende, Hergé o Conan Doyle y muestra un cariño desmedido por las formas tradicionales de edición de libros.

Siete puentes sobre el Sena es, pues, una novela imprescindible para quienes gusten de las historias bien hilvanadas, concisas, cercanas y bien escritas.

Confío en que este premio la impulse en este mundo que, a la vista está, se le da tan bien.

Enhorabuena.


María José, con José María López Torrijos y Jesús Muñoz (foto del blog de la autora)
 

miércoles, 19 de marzo de 2014

Peñas de Pamplona, una historia viva

Faltan ya pocos días, muy pocos, para presentarnos en sociedad; días, por otra parte, de ilusión, de esperanza y de nervios. Y de ganas de que todo salga bien.

Faltan, sí, pocos días para que vea la luz este proyecto en el que he estado inmerso durante tres años y medio.

Un proyecto ambicioso, multidisciplinar, un proyecto que recoge el esfuerzo de docenas de personas que hemos querido rendir homenaje a nuestra ciudad, a nuestras peñas y a nuestras fiestas de San Fermín. Un proyecto que es, en sí mismo, una forma de mostrar al mundo esta manera tan particular que tenemos de entender la fiesta, la cultura y la participación ciudadana altruista.

Durante tres años y medio nos hemos convertido en expertos y expertas en Historia, en Archivística, en Fotografía, en Dibujo, en Diseño, en Investigación, en Maquetación.

Por fin vais a conocer el fruto de nuestro trabajo.

Los días 28, 29 y 30 de marzo, en nuestra querida Plaza de Toros, os presentaremos Peñas de Pamplona, una historia viva - Iruñeko Peñak, historia bizia.

Con este libro podrás acceder a más de cien años de historia, de pancartas, de fotografías.

Más de cien años de historia de peñas y todo un futuro por delante.

Solo nos queda esperar que os guste.

Así que os esperamos, esos días, en la Plaza de Toros de Pamplona.



Aquí tenéis el programa (pincha sobre la foto para verlo en grande)

jueves, 13 de marzo de 2014

La dama de Monte Arruit

El pasado 7 de marzo, en Aranda de Duero, este cuento resultó ganador del X Certamen de Relatos por la Igualdad de Género. Para mí iba a ser una jornada de fiesta pero, una vez más, el terrorismo machista nos amargó el día.

Foto: Diario de la Ribera


Aquí os dejo el relato.


La dama de Monte Arruit


Siempre, siempre me han llamado marimacho. ¿La razón? Si te soy sincera, no tengo ni puñetera idea. Tópicos, supongo. Y la gente, la gente, que le gusta mucho hablar, hablar y hablar, hablar por no callar, siempre raja que te raja, sobre los demás, claro, como si no tuvieran bastante con sus vidas; qué simple es la peña, hay que joderse, qué simple, y qué cotilla, y qué imbécil.

         Crecer rodeada de hermanos, jugar a balonmano desde los siete años, maquillarme cuatro veces contadas al año o haber estudiado FP, rama mecánica.

         Por lo visto, eso marca.

         Que te vean siempre con el pelo corto y el mono azul de prácticas manchado de grasa o que no se te haga el coño agua ante el primer chulazo guaperas que te mire en un bar.

         Marimacho.

         Así te llaman.

         Aunque los tíos me ponen, joder, vaya que si me ponen.

         Pero parece que hay uno que no se quiere dar cuenta.

         Aunque ese sea otro tema.

         En fin.

         El caso es que, cuando montamos la fiesta para celebrar mi enganche, no fue demasiada la gente que se sorprendió. Mi madre muy poco y mi padre todavía menos. Y a los imbéciles de mis hermanos les dio igual. Eso sí, mis amigas se hartaron de pedir y, sobre todo, de imaginarse explicaciones.

         A la Legión, qué guay, tía.

         ¿A la Legión? Estás chalada, tía.

         La Legión. Eso estará lleno de tíos, tía.

         Nunca he tenido claro el porqué, pero sentía curiosidad. Curiosidad y atracción. Verles de cría en los desfiles de la tele, en mangas de camisa pese al frío de pelotas, el paso a toda leche, el mentón bien tieso y la cabra, claro, siempre la cabra, la borla del chapiri danzando al ritmo de ese trotecillo tan cómico.

         De aquellos sueños infantiles vinieron estos lodos adultos. Cuando te planteas en serio la idea, las dudas se te agarran al alma y no te sueltan, que si esto que si lo otro, que si es un trabajo vocacional y no estás muy segura, que si es solo para gente muy muy muy convencida. Comerte el coco sobre la almohada, hasta las tantas, los ojos como platos clavados en el techo, pensando en si servirás o no.

         Miedo, miedo al fracaso, miedo a no poder.

         Miedo a no volver.

         Darle vueltas a si no sería preferible buscarse un curro más sencillo, más normal, más como para mí, más femenino, como te llega a decir algún —o alguna— gilipollas.

         Pero no. Te lanzas. Empiezas a prepararte y superas los obstáculos, los que te has puesto tú, los que te pone esta sociedad y toda la retahíla de pruebas físicas y psicotécnicas que hay que pasar antes de que te admitan.     



No fueron fáciles los meses de instrucción en Viator, lejos ya de casa; saltar de la cama a toque de corneta, a formar, a correr, pedregal arriba, pedregal abajo, la mochila cargada, el uniforme empapado de sudor, de lluvia, el hombro amoratado tras cada práctica de tiro y las botas, siempre las putas botas, jodiéndote los pies.

         ¿Novia de la muerte?

         Los cojones, novia de las ampollas.

         La verdad es que éramos pocas. Pocas y, al principio, bastante asustadas. Las damas legionarias. No sabíamos muy bien dónde caíamos, cómo nos iban a tratar, si nos iban a infravalorar, por ser chicas, o a hiperproteger, por lo mismo. Y no sabíamos con cuál de las dos alternativas quedarnos.

         Si es que alguna de ellas era preferible a la otra.

         Pero no hizo falta elegir una, no. Porque al final resultamos ser como todos, sin polla y con tetas, eso sí, pero iguales, como nuestros compañeros, como los caballeros legionarios.

         Y ya hace tiempo que el cuartel Millán Astray se ha convertido en mi casa, nuestra casa, una casa que muchas tardes se escapa de esta carretera de Rostrogordo y se pierde por La Taberna Andaluza, el Döner King de Juan Carlos I, los chanquetes del Caracol Moderno, los boquerones de Casa Juanito o los zocos árabes de las callejuelas del Mantelete.

         Orgullosas de nuestro trabajo, de habernos hecho un hueco respetado en este mundo tan, hasta anteayer, de hombres, solo de hombres, de los más hombres de todos. Y de no haber tenido que, por ello, renunciar a nuestras cosas, a nuestras chorradas y no tan chorradas, a salir de compras, a cotillear, a pintarnos el ojo o a querer ser madres.

         Felices en Melilla.

         Aunque a veces saltemos un fin de semana a la península, a Málaga, por ejemplo, para cambiar de aires y de juerga. Incluso hay ocasiones en las que subo un poquito más, a mi antiguo hogar, para ver a mis padres y a los imbéciles de mis hermanos.

         Ya veo que el ejército en África te sienta de maravilla, hija, no es como en mi época, me suele soltar mi tío, que hizo la mili en el Sáhara, a sesenta grados al sol. Cada vez que le veo, el tío sube la temperatura otros cinco grados; seguro que, para cuando les visite en Navidad, el termómetro de su memoria habrá superado los cien. Imagino que, cuando sea vieja y se me caiga fofo el culo, me pondré igual de pesada recordando el Líbano y Afganistán, las patrullas, las imaginarias, el calor y las bombas.

         Hoy es domingo, anoche tuve guardia, hoy toca fiesta y la aprovecho en la playa de San Lorenzo. El bikini me sienta bien, solo faltaría, con diez kilómetros diarios de carrera continua y no sé cuantas horas de gimnasio. Aunque a veces dé un poco de vergüenza nuestra piel legionaria bronceada a dos colores, con estos brazos que más parecen de ciclista, albañil o taxista.

         Hace un rato que Rafa se ha traído su toalla y se ha sentado a mi lado. Nos llevamos de puta madre, es majo, amable, buen compañero, se puede hablar con él y no es feo. Polvable, dice la cabo Sáez. Y estoy de acuerdo, aunque no sea, ni de lejos, el más guapo del Tercio Gran Capitán. Pero en fin, que yo no busco eso, o sí, ya veremos, yo qué sé.

         —¿Te apetece que hagamos algo esta tarde? —me pregunta.

         Por un momento fantaseo con las opiniones de la cabo Sáez.

         Una vez descartadas, me incorporo, me recuesto sobre los codos y giro la cabeza, mi barbilla señalando al sur, los ojos entrecerrados por culpa del reflejo hiriente del sol sobre la arena y el Mediterráneo.

         —¿Marruecos?

         —No sabía que te gustara fumar —me suelta Rafa.

         —Y me gusta, pero me sienta de culo —le contesto—. Me refería a otra cosa, más en plan tranqui, en plan excursión.

         Rafa pone cara de majadero, esa tan común entre los tíos, y termina por ponerse de pie.

         Se sacude la arena de las piernas y los brazos y me ofrece su mano.

         —En marcha, tía.


Estamos en Monte Arruit. Me he alejado un poco de Rafa, quiero estar sola. Tal vez este sea el motivo por el que yo quiera currar aquí, en el ejército, en la Legión, en África.

         Sí, puede ser.

         Aquellas historias terribles que me explicaba mi abuelo de cría, a la hora de la merienda; que me repetía lo que su tío le contara en su día sobre mi bisabuelo, sobre el padre de mi abuelo, que murió aquí.

         Mi sangre.

         Una no puede evitar el escalofrío. No. Aunque el aire que sople sobre estos pedregales sea seco y caliente. Imaginas a tres mil hombres sitiados, mal armados, mal vestidos y peor calzados, hambrientos, heridos, atrozmente sedientos. Mal dirigidos. Las granadas de mortero de los rifeños, las ráfagas de ametralladora, los disparos aislados en la noche, la fiebre, las bocas secas, el aullar de los animales y los labios despellejados.

         A veces los moros prometen cosas, que les van a hacer llegar víveres, agua, medicinas. Ofrecen treguas, negociaciones. Hay quien les cree, hay quien no. Como hay quien cree que va a aparecer una columna de Melilla en su auxilio, que se lo ha soplado un sargento de Pontevedra, que lo sabe todo, que es inminente. Pero que nunca llega. Como mucho, a veces, un aeroplano deja caer cuatro sacos con comida y hielo, para suplir la carencia de agua. Aunque los paquetes casi siempre aterricen detrás de las líneas de los hombres de Abd-el-Krim.

         Y hay también quien se cabrea, quien no aguanta más, y culpa a los ministros, a los generales, al rey, ¿qué hostias hacen en este puto monte en un país que no es el suyo? ¿Por qué no están aquí los hijos de los ricos? ¿Eh? ¿Por qué? ¿Por qué solo mueren los pobres?

         Indignación. Miedo. Frío. Calor.

         Sed.

         Moscas.

         Agotamiento.

         El 9 de agosto de 1921 el general Navarro recibe un mensaje por heliógrafo. Ha sido autorizado a rendirse. Los soldados de reemplazo españoles, apenas unos críos, amontonan sus armas y se preparan para un humillante y lastimoso repliegue hacia Melilla.

         Pero jamás llegarán a su destino.

         Los guerrilleros de las harkas del Rif asaltan el fuerte y los pasan a cuchillo.

         Así murió mi bisabuelo, sí, y por aquí andará enterrado, lo poco que quedara de él, más bien, aunque ahora, en este pueblo, tampoco quede nada de la época, apenas las ruinas de una aguada, el humilde depósito que abastecía de agua potable al puesto español.

         Sigue soplando este aire seco y caliente, que despeina y enloquece, que te trae el silbido de las balas, los gritos de agonía y el olor a sangre y alpargata.

         Y en Melilla, el pánico. Tras el desastre de Annual, la caída de Nador y Zeluán y la matanza del Monte Arruit, no son pocos los que creen que de un día para otro los rifeños serán capaces de presentarse en la ciudad y saquearla. Los más agoreros disfrutan ya, incluso, anunciando apocalípticos los aullidos, los descuartizamientos y las violaciones. Los que pueden intentan hacerse con un pasaje rumbo a la Península, en unos barcos que no aparecen. La histeria domina el muelle, y los carabineros y guardias civiles se ven obligados a disparar para protegerse de la muchedumbre que los arrolla en avalancha enloquecida.

         La llegada del Tercio de Extranjeros a bordo del vapor Ciudad de Cádiz devuelve la fe a la ciudad asustada, que los recibe entre vítores, esperanzada, aliviada, rescatada.

         Unos meses después de la matanza, la Primera Bandera de la Legión, en la que sirve el hermano de mi bisabuelo, retoma Monte Arruit. Esos legionarios crueles y feroces entierran, entre lágrimas, náuseas y gritos de venganza, los restos degollados, momificados, acartonados, consumidos y resecos de aquellos soldados desgraciados. A su vuelta, el hermano de mi bisabuelo es clemente con mi tatarabuela y mi bisabuela. Les miente, tranquilas, que he podido identificar el cuerpo y enterrarlo cristianamente; tranquilas, tranquilas, que ya descansa en paz.

         Nunca les enseñará a su madre ni a su cuñada embarazada las fotos de aquellos cientos de cadáveres irreconocibles a los pies de los muros del fuerte, pasto del sol y las alimañas.

         —¿Por qué lloras, señora? —un mocosete del pueblo, de unos diez años, con camiseta del Barça, pantalón de chándal y acento bereber, me observa con ojos más grandes que su cara.

         —Es que aquí murió mi bisabuelo. Hace muchísimos años.

         El chaval pone cara de extrañeza, aunque acaba por encogerse de hombros y me sonríe cómplice:

         —Y mi tatarabuelo. Lo mataron los españoles.

         Me acerco y le acaricio la mejilla con la mano todavía húmeda de mis lágrimas escondidas.

         —Eso no volverá a pasar, chaval. Nunca.

         Ya de camino al coche de alquiler, Rafa me pregunta:

         —Y dime, mi querida dama legionaria, ¿estás bien? ¿Has encontrado lo que buscabas?

         No digo nada, pero asiento sutilmente, de forma casi imperceptible. Aunque, para mi sorpresa, parece que Rafa lo nota, asume el dolor de mis recuerdos familiares y cambia de tema, como quien no quiere la cosa, como quien no quiere molestar.

         Giro la llave del contacto y quito el freno de mano del coche de alquiler.

         —Por cierto, chica, ¿quién era ese crío?

         —Un amigo, Rafa, un amigo.

 

jueves, 27 de febrero de 2014

II Historias de Anaita

Ya está en marcha la segunda edición del concurso de microrrelatos Historias de Anaita.

Como el año pasado, existe una categoría adulta y otra txiki y, en ambos casos, en castellano o euskera.

Por ahí andaremos, este año también, en el jurado de las dos categorías de castellano.

Espero que todo salga tan bien como el año pasado.

Si eres socio o socia de la S.C.D.R. Anaitasuna, ¡anímate!

Tienes hasta el 21 de marzo.


Bases completas, castellano ala euskaraz, aquí/hemen.

Y ya tenemos fecha para conocer el fallo:

 

martes, 25 de febrero de 2014

Ganador del X Certamen de Relatos Breves sobre Igualdad de Género

Ya he comentado en otras ocasiones que mi apuesta por la igualdad entre las personas la canalizo a través de la literatura.

Por eso, cuando suena la flauta y te lo reconocen, la alegría es doble.

Como hoy, cuando he recibido una llamada de Azucena Esteban, concejala del Ayuntamiento de Aranda de Duero.

La dama de Monte Arruit, una historia de legionarias destacadas en Melilla, ha ganado su X Certamen de Relatos Breves sobre Igualdad de Género.

Pues eso, que seguiremos luchando por la igualdad.

De todos.

De todas.




martes, 18 de febrero de 2014

Asesinatos archivados, de Didier Daeninckx

El 17 de octubre de 1961, mientras en Argelia se libraban los combates más violentos de su guerra de independencia, una manifestación de argelinos de París, que protestaban por el toque de queda al que se veían sometidos, acabó en masacre.

Esa misma noche, en el fragor de la represión de los gendarmes, un profesor francés de Historia es asesinado. Veinte años después, su hijo, también.

En este marco histórico, Didier Daeninckx construye Asesinatos archivados (ed. Akal), una novela negra colosal que navega entre el thriller político y la intriga policíaca.

Siempre había pensado que los franceses habían tardado demasiados años (casi cincuenta) en sacudirse los fantasmas que rodean la descolonización de Argelia. Tenemos buenos ejemplos en la actualidad, Hombres, de Laurent Mauvignier, o Donde dejé mi alma, de Jérôme Ferrari.

Pero no, con esta novela me he llevado la sorpresa de que el señor Daeninckx ya lo hizo en 1983.

Con un ritmo perfectamente medido y todos los ingredientes del género (inspector de provincias, intereses gubernamentales ocultos, un poco de amor imposible), Asesinatos archivados nos lleva también al otro gran tabú que pesa sobre la conciencia francesa, la colaboración con los nazis durante la Segunda Guerra Mundial.

Desde luego, esta novela me ha chiflado, no solo porque toque palos de la Historia del siglo XX que siempre me han interesado, sino por la forma con la que el autor supo construir la trama.

Y en menos de 200 páginas, que no hace falta un kilo de papel para armar buenas historias, coño.
 

jueves, 6 de febrero de 2014

Zimbabwe en los Juegos Olímpicos de Invierno Sochi 2014

Dicen que en Zimbabwe no ha nevado desde hace más de cincuenta años. Pero este hecho no impide que, por primera vez en la historia olímpica, este país del sur de África participe en unos juegos de invierno.

Y va a ser de la mano o, mejor dicho, de los esquís de un jovencito de 20 años, Luke Steyn, nacido en Harare y que, como tantos otros deportistas blancos de Zimbabwe, vive a caballo entre Europa y Estados Unidos, donde estudia.


Foto AP - Sports Illustrated

Dice que tiene ganas de dar una alegría a su país.

Zimbabwe está detrás de él.

Ojalá tenga suerte.

Kirsty Coventry y la selección femenina de hockey sobre hierba le precedieron.

 

miércoles, 22 de enero de 2014

Novela negra sudafricana (VI)

Si un aspecto destaca en la novela negra sudafricana actual es su absoluta crueldad. En contraposición al género policíaco clásico, en el que la trama criminal suponía una excusa para el entretenimiento, existe ahora un puñado de autores en el sur de África empeñado en que sus novelas reflejen con crudeza la realidad de su país.

Si Roger Smith dibujó una salvaje historia de venganza en Diablos de polvo, si Margie Orford retrató dramáticamente la explotación sexual de las mujeres en Sudáfrica en Preciso como un reloj, la gran estrella del género en ese país, Deon Meyer, no se queda atrás con El pico del diablo, una cruel historia sobre abusos infantiles y que toca otros dramas como la prostitución y el alcoholismo.

Ya hace mucho que Ricardo Bosque, todo un gurú para estas cosas, me habló de Meyer, autor blanco que escribe sus novelas en afrikaáns y, desde entonces, le tenía echado el ojo.

Melchor se acordó hace unos días y me lo puso en el zapato.

El pico del diablo está ambientada en la Sudáfrica actual, ese país que intenta reinventarse tras décadas de apartheid y siglos de dominación blanca sobre la mayoría negra. Y esa tensión racial sobrevuela la historia, con destellos de la complicada relación jerárquica que se produce entre los viejos policías blancos y el resquemor que muestran ante la incorporación de agentes negros en virtud de la discriminación (o la afirmación) positiva.

Más allá de estos aspectos étnicos que siempre me han resultado apasionantes la novela destaca por el talento de Meyer a la hora de dosificar los distintos hilos de la trama con una presentación progresiva y agobiante de sus distintos personajes y de sus trágicas circunstancias.

Como suele ocurrir, Ricardo Bosque no se equivocó en su recomendación.

Así que seguiremos leyendo a Meyer, que intuyo que merecerá la pena.

jueves, 16 de enero de 2014

Novelas ganadoras del López Torrijos 2013

Ya están a la venta, ya están aquí, la novela ganadora del López Torrijos 2013, Siete puentes sobre el Sena, y la finalista, La colina de los geranios.

María José Aguilar Rueda ganó el López Torrijos 2013 con estos Siete puentes sobre el Sena de los que os dejo la sinopsis.

Siempre hay que volver, mirar atrás, enfrentarse al pasado para esclarecerlo, para recuperar la memoria. Clara, adormecida en el trajinar cotidiano de supervivencia urbana, había olvidado sus orígenes. Una llamada de teléfono la hará mirar de nuevo hacia atrás. Su abuela, antes de morir, quiere legarle un pasado que “quedó abierto”, que no se hizo presente: “en el desván, en un pequeño armario, en una caja roja”… Dejando de lado las contradicciones entre el ambiente rural abandonado que se le presenta y su mundo actual, Clara se dispone a cumplir la misión legada. Encuentra la caja y se hace consciente de que su vida, hasta ese momento, está siendo sólo un “largo plano secuencia por el que desfilan personas…”.

Una hoja arrancada de un libro con un poema, una postal doblada, una fotografía.

Clara tiene la tentación de conservar y custodiar estos recuerdos, dejando que sean sólo eso, recuerdos. Pero, se le presentan como las piezas de un tangram: exigen orden, búsqueda de sentido. Inesperadamente, Javier, su marido, es su aliado y le marca las primeras pistas para iniciar esta búsqueda. Pistas que llevan a Clara a París.

Un libro, una editorial artesanal; silencio y misterio, “sueños escondidos”.

Un poema, paseos al lado del río Sena, unas postales. Étienne.

El carácter mágico de esta búsqueda por las calles de París, con la presencia permanente del río, favorece la ruptura de los muros del resentimiento y del olvido. El abuelo de Etienne, Antoine, pone texto al pasado-que-quedó-abierto de la abuela de Clara: una hermosa y triste historia de amor desde los puentes del Sena. 
 
 
La novela finalista, La colina de los geranios, es obra de María Blázquez Alonso, y su presentación no es menos atractiva:
 
 Año 1940. Finales de Enero. Nelly Sachs logra poner sus pies en la fría estación de Sunne (Suecia), salvada de las garras del monstruo que asolaba Europa, gracias a la intervención de Selma Lagerlöff.

   Consciente de que su vida llega a su fin, Selma encuentra en Nelly el cauce por el que dar rienda suelta a sus sentimientos más íntimos, con audacia: “la felicidad es un descubrimiento, querida, no una posesión; audacia, no casualidad”. Tiene la necesidad de proclamar su amor con Sophie Elkan, su “compañera de vida y de letras”. Selma sabe que Sophie la espera, que “estará al final de las luces aguardando su llegada a la cima de la colina, de noche, con los pies descalzos, sobre la hierba”.

   Son solo dos meses los que Nelly y Selma están juntas, pero no dejan de comunicarse a través de diálogos revestidos de sensual teatralidad, en una atmósfera intimista y cargada de emotividad, sobre los valores que Selma ha manifestado y defendido a lo largo de su vida. Y todo sucede en su querida Märbacka. En la colina de los geranios.
 

 

lunes, 6 de enero de 2014

Mis libros favoritos de 2013

Conociendo como conozco el poder que tengo sobre el público y no queriendo influir en las ventas de librerías y editoriales, he querido dejar que pasaran estos días antes de lanzar esta lista modesta, en la que aparecen mis lecturas favoritas de 2013.

Como siempre, ha habido de todo, novedades y clásicos, novela negra y de otros colores, relatos y ensayo.

No sigo orden alguno, ni siquiera todos son novedades, puesto que siempre me ha resultado decir si un libro es mejor que otro. Lo que sí puedo afirmar es que, de todo lo que ha caído este año, estos son los que más me han gustado, aunque ha habido más que también podrían figurar aquí...

  • Los girasoles ciegos, de Alberto Méndez.
  • Tu rostro será el último, de João Ricardo Melo.
  • Lágrimas sobre Gibraltar, de Carlos Díaz Domínguez.
  • La tristeza de las tiendas de pelucas, de Patxi Irurzun.
  • Un hermoso lugar para morir, de Malla Nunn.
  • El perfil de los sueños, de Maribel Romero Soler.
  • Naturaleza casi muerta, de Carme Riera.
  • Una llama misteriosa, de Philip Kerr.
  • Petirrojo, de Jo Nesbo.
  • Correr a ciegas, de Javier Díez Carmona.
  • El día del Escorpión, de Paul Scott.
  • Memento mori, de César Pérez Gellida.
  • Purga, de Sofi Oksanen.
  • Donde dejé mi alma, de Jérôme Ferrari.
  • 612 euros, de Jon Arretxe.

Y dentro del género de ensayo, que cada vez leo más, me quedo con Querido Labordeta, de Joaquín Carbonell, que nos acerca deliciosamente el alma de Aragón, esa desconocida, y sobre todo la de aquel hombre maravilloso que tanto gustaba a mi abuela, por sus canciones y por las cosas que decía y hacía.


 

jueves, 26 de diciembre de 2013

Entrevista en La Nueva Ruta del Empleo

Hoy me han entrevistado en La Nueva Ruta del Empleo. Hablamos de Beautiful Rhodesia y de unas cuantas cosas más.

Aquí os lo dejo.


LNRE: Beautiful Rhodesia y en la foto de portada del libro, nos encontramos con el hueco que deja el disparo de una bala, entiendo que lo que vamos a leer ya no es tan beautiful ya que es una contradicción, ¿no? ¿por qué esa pasión por escribir novela negra Carlos?CE: El título tiene una explicación y no es otra que Beautiful Rhodesia es el modo en el que los blancos de Zimbabwe, sigan viviendo allí o no, recuerdan los tiempos “maravillosos” en los que ellos manejaban todos los resortes del poder económico y político del país, pese a no suponer ni el 5% del total de la población.
Respecto a mi posible pasión por escribir novela negra, eso no lo tengo tan claro. Ni siquiera tengo claro que Beautiful Rhodesia sea estrictamente una novela negra. A veces la he calificado, más bien, de novela cebolla, por las distintas capas que la envuelven. Es policíaca, sí, pero también histórica, social, política o, por qué no, romántica.

LNRE: Al leer tu novela y desde mi punto de vista, buscas una especie de confraternización pese a los colores de piel ya que el alma humana sea de un color u otro hace, crea, genera, realiza… las mismas barbaridades, ¿es así?


CE: No sé si confraternización es la palabra exacta. Sí coincido en que el hijoputismo no depende del color de la piel. Y si algo queda claro en Beautiful Rhodesia es la habilidad que tienen ciertas élites, más allá de la raza a la que pertenezcan, a mantenerse siempre arriba, en el poder, se tenga el sistema político que se tenga, gobierne quien gobierne. Y eso podemos verlo bastante cerca, no necesitamos irnos hasta África para comprobarlo.

Lee la entrevista completa aquí.

sábado, 21 de diciembre de 2013

Yasmina Khadra

Bajo este seudónimo femenino, se esconde Mohammed Moulessehoul, el novelista argelino actual en lengua francesa más conocido a este lado del Mediterráneo.

Antiguo militar, su Trilogía de Argel, compuesta por las novelas MorituriDoble blanco y El otoño de las quimeras supuso su debut en el género negro. En dichas obras, Khadra expuso claramente sus opiniones sobre el conflicto que enfrentaba en los años 90 al gobierno argelino del Frente de Liberación Nacional (FLN), progresista y laicista, con el fundamentalismo religioso encarnado por el FIS (Frente Islámico de Salvación). Este hecho, unido a su preferencia por escribir en francés en vez de en árabe, le llevaron a abandonar el ejército e instalarse en Aix-en-Provence.

Pero, sin duda, la novela que le lanzó al estrellato fue Lo que el día debe a la noche, que recreaba el Orán cosmopolita de la época colonial, en la que convivían, no siempre, pieds noirs (de origen francés, español, italiano o maltés) con árabes, bereberes y judíos.

En este 2013 se ha estrenado la versión cinematográfica, de la que os dejo el tráiler:


Los conflictos entre comunidades y la discriminación racial son el marco en el que se desarrolla esta novela que navega entre lo histórico y lo costumbrista, lo romántico y lo social, ambientada en la ciudad que vio nacer a otro novelista argelino francófono, Albert Camus, desde los años 30 hasta la independencia de Argelia en 1962.

Recientemente se ha publicado en español Los ángeles mueren por nuestras heridas, en la que, a través de la supuesta autobiografía de Turambo, un boxeador musulmán, Yasmina Khadra regresa a ese Orán colonial previo a la Segunda Guerra Mundial.



Su forma de narrar, exquisita y cercana al mismo tiempo, constituye la clave de su éxito.

No lo perdáis de vista.

viernes, 6 de diciembre de 2013

La música del apartheid

Ayer, 5 de diciembre de 2013, murió Nelson Mandela. Muchas cosas se dirán sobre su figura y su obra estos días, y poco hay que añadir.

Hoy quiero recordar la música que, durante años, sirvió para que en el mundo se conociese la lucha de su pueblo contra el apartheid.

Desde la del cantante sudafricano Johnny Clegg, con sus bandas Juluka y Savuka...



...hasta Peter Gabriel, que recordó la tortura y muerte de Steve Biko recreada en la peli Grita Libertad...



...pasando por gente de nuestra tierra, como los hermanos Muguruza con Kortatu en su inolvidable concierto de despedida en el Anaitasuna.



 
 

viernes, 29 de noviembre de 2013

El honor es una mortaja, de Carlos Bassas

Dentro de la novela negra, los americanos suelen sentir especial predilección por lo que ellos denominan novela de procedimiento, donde la mayor parte de la trama se centra en la descripción meticulosa del procedimiento forense y de otras fases que conforman toda investigación criminal.

Este enfoque no abunda en nuestra literatura policíaca pero Carlos Bassas, astuto él, sí ha sabido emplear este recurso (además con habilidad, sin cansar) para construir esta soberbia El honor es una mortaja, novela con la que se ha llevado el muy cabrito el Ciudad de Carmona de Novela Negra.

Afirma el propio autor que tiene aire de novela negra clásica, es verdad, pero al mismo tiempo sabe combinarla con elementos de la mayor actualidad para construir una historia que gira en torno a un tema eterno como es el de la venganza, lo que también le da un toque de western, quién sabe si buscando un cierto homenaje a Los siete magníficos o, para ser más exactos en su caso, a Los siete samuráis.

Porque también es una novela de homenajes, o de guiños, a las variopintas aficiones del propio Carlos, como pueden ser el fútbol, la cultura japonesa, el cine, la gastronomía y la propia literatura criminal.

Lo mejor del asunto es que, además, El honor es una mortaja amenaza con ser el inicio de una serie.

Cuenta con un puñado de personajes fabulosamente nacidos para ello.

Y con talento.

Carlos Bassas del Rey


 

martes, 12 de noviembre de 2013

Las espuelas del deseo, de Rebeca Viguri

Rebeca Viguri debutó en el mundo de la novela con Las espuelas del deseo, un libro valiente y atrevido.

Y digo valiente y atrevido porque hay quien, en una lectura superficial, podría quedarse con que se trata simplemente de una recopilación de aventuras erótico-amorosas de una treintañera en la noche pamplonesa, una noche tan parecida a la de cualquier otra ciudad.

Pero la sensación que me ha quedado a mí es otra. Por encima de esa crónica de fracasos en la búsqueda del amor, florece una colección de crítica agria a muchos aspectos de la sociedad actual, desde la presión ejercida por el entorno para emparejarse a la frivolización de las relaciones, tanto las amorosas como las de amistad. Y, además, Rebeca pone del revés a esta ciudad, gazmoña y gris pese a ciertos afanes de querer disfrazarse de modernez, análisis crítico en el que coincide con otros autores navarros contemporáneos, como Eduardo Laporte o Patxi Irurzun. No faltan, pues, las referencias a los poderes endogámicos que rigen los destinos de Pamplona y Navarra ni a los casos de corrupción destapados en los últimos años.

Si a la valentía y atrevimiento que antes mencionábamos sumamos un nada oculto afán por escribir bien, nos encontramos ante un producto excelente, no solo por lo que esta novela supone de descripción de una generación que ya ha dejado de ser joven, sino como aperitivo de lo que puede llegar a ser una brillante carrera literaria.



 

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Entrevista en Leyendo se entiende la gente

Carlos Erice (Pamplona, 1971) es Licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales.
Es autor de Beautiful Rhodesia novela ganadora del III Certamen López Torrijos, publicada por Ledoria.
También ha obtenido premios en numerosos certámenes de relatos, como el Paso del Estrecho, el de Relato Breve del Ayuntamiento de Pamplona o el MostrARTEnavarra, o este año el Relato Reino de Tartessos en Guadix (Granada).
 
  •  ¿Recuerdas las lecturas de tu infancia?
¡Sí, claro! De crío yo era muy de cómic, “Astérix”, “Tintín”, “Mortadelo y Filemón” o incluso los “Don Mikis”. Y, si hablamos de novelas, me deslumbró La isla misteriosa de Julio Verne y dos series “policíacas”, “Los tres investigadores” y “Balduino Pito, maestro de detectives”, de Wolfgang Ecke. Luego, conforme me iban saliendo granos y bigote, empecé a darle a Frederick Forsyth y Sven Hassel.
 
  • ¿Cuáles son tus géneros favoritos?
Sobre todo leo novela y algo de relatos. Dentro de la novela, me chifla la negra, pero también cualquiera que tenga que ver con la Historia del siglo XX. Es una época terrible, guerras, colonialismo, revoluciones…, pero la encuentro fascinante, con hitos como la lucha de África por su independencia o la de la mujer por obtener la igualdad.
 
  • ¿Qué título que hayas leído recientemente nos quieres recomendar?
Venga, os recomiendo dos thrillers excelentemente escritos, El leopardo de la medianoche, del sudafricano James McClure, ambientada en la Sudáfrica del apartheid, y Correr a ciegas, de Javier Díez Carmona, que narra las peripecias de un fugitivo vasco en la Nicaragua postsandinista. En ambas se combinan dos de mis pasiones, género negro e Historia Contemporánea. Por otra parte, os recomiendo no perder de vista a autores navarros como Patxi Irurzun, Mikel Alvira o Eduardo Laporte y, en euskera, a Jon Arretxe y Alberto Ladron Arana.
 
 
 
 
 
 

lunes, 4 de noviembre de 2013

La canción de Mbama, de Javier Reverte

De vez en cuando hemos hablado en este blog de novelas guineanas, como El cooperante, Palmeras en  la nieve o Las tinieblas de tu memoria negra.
 
Unos son autores de aquí y otros de allá.
 
Algunas están ambientadas en la actual Guinea Ecuatorial y otras en la antigua Guinea Española.
 
Y algunas combinan ambas épocas.

Es este el caso, también, de La canción de Mbama, de Javier Reverte, uno de los autores españoles más prolíficos en lo que a África se refiere, y del que ya comentamos en su día el soberbio thriller El médico de Ifni.

La canción de Mbama es una novela corta, rápida, que resume cuarenta años de la vida de un médico navarro en Guinea, desde los años finales de la colonización española hasta la actualidad, pasando por la descolonización y las dictaduras de Macías y Obiang.

Y, pese a estar ambientada en África, lo que más de ha gustado de la novela es ese aire a western que desprende, con sus odios atávicos y sus deseos de venganza paciente.

Toca también otros temas interesantes, como el de la cooperación internacional, que ya vimos en la novela de Javier Oliva, la opinión nativa sobre la época colonial, aparecida la de Donato Ndongo o los de las relaciones amorosas/sexuales entre europeos y nativas, tratado en la novela de Luz Gabás.

En resumen, una estupenda novela para darnos un garbeo por el África hispana, tan desconocida, paradójicamente, por estos lares.


 

martes, 22 de octubre de 2013

Una antología de narrativa navarra

Dos años se cumplen hoy del nacimiento de este blog, surgido con evidente vocación ególatra, la de hablar de mí y de mi obra. Además, en este tiempo, hemos comentado muchas más cosas, novela policíaca, de espías, novela ambientada en África y alguna que otra noticia de actualidad.

Pero, sobre todo, esta ventana a la Estafeta me ha permitido leer abundante narrativa navarra.

Y como hay mucha gente que me pide recopilar todos mis comentarios sobre este tema en una única entrada, ahí os dejo los enlaces a todas las novelas (y algún libro de relatos) que han pasado por mis manos a lo largo de estos dos años. Todos, todos son absolutamente recomendables.


Me quedan, aún, muchos en la estantería: Rebeca Viguri, Eduardo Iriarte, Miguel Sánchez-Ostiz, Julia Montejo, Jokin Azketa, Carlos Bassas del Rey, Ismael Martínez Biurrun, Gonzalo Aróstegui, Mikel Zuza... Y son más los que espero con ganas que se vayan publicando en los próximos meses.

¿Quieres conocer la literatura navarra? Pues aquí tienes un buen puñado de ejemplos por donde empezar.


Foto de familia del encuentro organizado por el Diario de Navarra
 

martes, 15 de octubre de 2013

Cuarenta días de mayo, de Mikel Alvira

Mikel Alvira es uno de nuestros autores más prolíficos y de mayor éxito, como lo demuestra su activa legión de fans, que lo adora. Vamos, que es el Justin Bieber de la narrativa navarra, vasca o como quieras llamarla.

Polifacético, con una capacidad de comunicación desmesurada, escribe de perlas, por cierto.

Hace tres años sacó a la calle Cuarenta días de mayo. En esta novela, muy bien ambientada en la Pamplona de mediados de los años 50, narra el complot de un grupo de comunistas que quieren atentar contra Franco en una de sus visitas a nuestra ciudad.

Además de cumplir de forma soberbia con los cánones del género de espías trama adictiva, ritmo in crescendo y personajes atractivos, Alvira construye lo que podríamos denominar una novela de frontera, la física, la de la muga que nos une a Iparralde y que se convierte en una protagonista más, y la de los sentimientos, la de los personajes que nadan en la clandestinidad y la de los que no saben cruzar la barrera del amor.

Porque, como casi siempre en su obra, esta es sobre todo una novela de personajes, en la que, a mi juicio, destacan dos, el comisario Serrano, Serranito, y su novia Consuelo.

Y como, decíamos, Mikel Alvira es hombre polifacético, Cuarenta días de mayo es también un vino y un cortometraje.

Ahora anda promocionando En la tierra de los nombres propios.

Ahí es nada.

Los dos jóvenes autores en la Feria del Libro 2013 (foto Librería Nerea).

 

domingo, 13 de octubre de 2013

Correr a ciegas, de Javier Díez Carmona

Pocas veces me pongo con tantas ganas a comentar una novela. Me gustan muchas, claro, y lo suelo contar. Sin embargo, las joyas son escasas aunque, de vez en cuando, aparecen.

Correr a ciegas descansaba sobre la chimenea desde hace unos meses, esperando su turno, que por fin le ha llegado, y me ha pasado por encima.

Una novela que arranca citando a Antonio Flores y a Barricada promete.

Una novela que urde una trama apasionante, que te lleva de Bilbao a la Nicaragua sandinista y postsandinista, del Arenal a Managua, de la Ría a los lagos y volcanes nicaragüenses y la Cruzada Nacional de Alfabetización, promete.

Una novela que bucea en el alma de un abertzale, que en cierto modo coquetea con ETA y al mismo tiempo reniega de ella, promete.

Una novela con personajes contradictorios, difíciles, aquejados por complejos de culpa, por la miseria, por el desamor o por la heroína, promete.

Pero una novela que es, en cada página, una lección de literatura, no es una novela, no, es un novelón.

Con Javier Díez Carmona me he cruzado en algún que otro certamen de narrativa que, obviamente, siempre se ha llevado él. Intuía las razones leyendo los relatos que cuelga en su web. Pero este thriller apabullante me ha dejado indefenso, con la sensación de que me queda mucho por aprender.

Creo que pronto publicará otra.

En ascuas me tiene.

 

lunes, 7 de octubre de 2013

Balance de la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión 2013

Vuelven los libros a las cajas de cartón, esperando a otra feria, aunque muchos ahora estén repartidos en las estanterías de tantos hogares.

Como siempre, han sido días de placer buscando y rebuscando esas novelas que siempre he querido tener.

Aquí va la lista de adquisiciones de este año, novela negra, navarra, ambientada en África, en Rusia o en la India británica. Ahora solo nos queda esperar a que llueva para disfrutarlos en mi sofá.

  • Las huellas erradas, de Eduardo Iriarte.
  • Cosecha roja, de Dashiell Hammett.
  • Violetas para Olivia, de Julia Montejo.
  • Canta la hierba, de Doris Lessing.
  • Sólo una muerte en Lisboa, de Robert Wilson.
  • La maravillosa vida breve de Óscar Wao, de Junot Díaz.
  • Reparto de despojos, de Paul Scott.
  • La casa Rusia, de John le Carré.
  • La justicia de los errantes, de Jorge Díaz.
  • La canción de Mbama, de Javier Reverte.


Os dejo con un fragmento de la gran serie británica La Joya de la Corona, basada en la tetralogía de Paul Scott El cuarteto del Raj, y que se cierra con ese Reparto de despojos que ya me está esperando.

 
 

miércoles, 25 de septiembre de 2013

Volvemos a la senda del triunfo

Ayer se hizo oficial. Tras un par de años de menciones, accésits y puestos de finalista, he vuelto a ganar un concurso. Ha sido en Guadix, en Granada.

Para quienes disfrutamos alimentando el ego, recibir una noticia de este pelo nos hace sacar pecho, pues han concurrido más de cien relatos, procedentes de todos los países de habla hispana.

El jurado de la primera edición del Certamen Internacional Reino de Tartessos ha tenido la osadía, pese al riesgo que ello supone, de premiar mi relato Ese condenado hombre del tiempo.

En esta historia, que tanto debe a lo que yo llamo ruralismo mágico, todo un pueblo se agolpa ante el televisor para conocer, en blanco y negro, el pronóstico meteorológico en vísperas de vendimia. De este modo se establece una pugna, a través de los años, entre agricultores y ese condenado hombre del tiempo, que siempre, creen, les arruina los viñedos.

Padaya editará un libro con este relato y el resto de finalistas.

Aquí podéis conocer el contenido del fallo del concurso.

Solo me queda darle las gracias al jurado y animar a la organización para que esta sea la primera de muchas ediciones de este certamen literario.

Gracias, pues, de nuevo.

A todos.

A todas.

 

domingo, 22 de septiembre de 2013

Feria del Libro Antiguo y de Ocasión 2013

Ya tenemos instalada en la plaza del Castillo de Pamplona esa reunión de chollos y joyas en forma de libros. El sol acompaña (que dure) y da gusto ver los puestos repletos de público; ¿quién dice que el libro ha muerto cuando hay tanta gente dispuesta a darle segundas y terceras oportunidades?

La tendremos abierta hasta el 6 de octubre, todos los días, de 11 a 2 por las mañanas y de 5 a 9 por las tardes.

Ya he hecho mis primeras incursiones y me esperan en casa una Nobel de Literatura, Doris Lessing, un clásico de la novela negra, Dashiell Hammett y dos ejemplos de narrativa navarra contemporánea, Eduardo Iriarte y Julia Montejo.

Son estos, pues, días de búsqueda, de salivar y de hacerle estropicios al bolsillo.

Pero qué gusto.

Y, además, este año estrenan espacio en la web.

 

martes, 17 de septiembre de 2013

Finalistas y finalista

Hace unos días se dio a conocer la lista de finalistas del Premio Setenil al mejor libro de relatos editado en el último año.

Produce mucha alegría encontrarte entre ellos a autores a los que admiras, como Montero Glez, a los que te ganan un premio tras otro, como Miguel Sánchez Robles, o, simplemente, a los que escriben como los ángeles, como Patxi Irurzun.

Desde luego, a ver si hay suerte y gana Patxi; así, de paso, igual hasta me invita a una caña.

Estos son los diez títulos seleccionados:

La tristeza de las tiendas de pelucas, de Patxi Irurzun (Pamiela)
Aquí yacen dragones, de Fernando León de Aranoa (Seix-Barral)
Lazos de sangre, de Lola López Mondéjar (Páginas de Espuma)
Interior azul, de Anna R. Ximenos (Fondo de Cultura Económica)
Las batallas silenciosas, de Juana Cortés Amunarriz (Baile del Sol)
Vae victis, de Luis del Romero Sánchez-Cutillas (Tantin)
Vigilias efímeras, de Sergio Coello (Atlantis)
La piel de los extraños, de Ignacio Ferrando (Menoscuarto)
La soledad de los gregarios, de Miguel Sánchez Robles (Diputación de Cáceres)
Polvo en los labios, de Montero Glez (Lengua de Trapo).

Por otra parte, también se ha fallado un concurso novedoso, el Sucedió en la Feria, dedicado a las fiestas de Albacete que hoy terminan y en la que he resultado finalista, condición que he compartido con otro señor cuya obra admiro, Miguel Ángel Carcelén, que me precedió en su día en el palmarés del Premio de Novela López Torrijos.

Apoyando a Patxi Irurzun (foto Carmelo Butini)


 

jueves, 12 de septiembre de 2013

El informe Müller, de Antonio Manzanera

Ya hemos comentado en otras ocasiones que la novela de espías en castellano vive una época de esplendor, gracias a autores como Andrés Pérez Domínguez, Carlos Díaz Domínguez o, en cierto modo, Ignacio del Valle.

A este trío se ha unido recientemente Antonio Manzanera con El informe Müller, novela ambientada en la Alemania de postguerra, en la que un historiador británico y un agente de la CIA investigan el paradero de Heinrich Müller, el antiguo jefe de la Gestapo.

Tras un arranque soberbio, que destila aroma a las mejores novelas clásicas del género de Frederick Forsyth y John Le Carré y en el que nos encontramos con la pista de personajes paradigmáticos de la Guerra Fría como Burgess o Kim Philby, los dos investigadores desgranan a través de sus pesquisas aspectos tan interesantes como los últimos días de vida de Adolf Hitler en el búnker de Berlín o la intrincada red de espías y agentes dobles que se formó en Europa, a ambos lados del Telón de Acero, tras la Segunda Guerra Mundial.

Manzanera (que los economistas nos dediquemos a la literatura en tiempos de crisis dice mucho de la época que vivimos) emplea con acierto una estructura narrativa lineal, en esa Alemania de mediados de los años 50, con frecuentes flashbacks al ocaso nazi, para ir incrementando paulatinamente el ritmo y la intensidad de la obra conforme esta se acerca a su desenlace.

El informe Müller es, pues, una novela apasionante para cualquier aficionado al género, tal vez un poco fría en ocasiones, característica que, por otra parte, tampoco desentona en un entorno como el de aquellos personajes que se vieron envueltos en el final de una guerra tan atroz como la de 1939-1945 y en el arranque del conflicto que dividió al mundo en dos bloques durante más de cuarenta años, hasta la caída del Muro de Berlín.