Sin ser estrictamente una novela de ambiente colonial, la guerra que libró Portugal en África hasta mediados de los años setenta revolotea por todas las esquinas de Tu rostro será el último.
Su autor, João Ricardo Pedro, un ingeniero en paro que ganó con esta novela el premio Leya en 2011, arranca la narración cierto 25 de abril de 1974. Ambientada al inicio en una aldea con nombre de mamífero, desgrana la historia de una familia, los Mendes, marcada por el final de la dictadura salazarista, el shock que supuso para nuestros vecinos de península la guerra de Ultramar y la transformación que sufrió Portugal con la Revolución de los Claveles.
Es, desde luego, una novela de iniciación, de crecimiento y de madurez. Aunque, supongo, el retrato de la familia Mendes sea una excusa formidable para acercarnos a la historia reciente de Portugal, a los oscuros años de dictadura y represión, a la guerra en las selvas de Angola que enloqueció a tantos soldados portugueses, a unas gotitas de saudade por Lourenço Marques (hoy Maputo, la capital del entonces Mozambique portugués, la perla de su imperio colonial), y al regreso masivo de los cientos de miles de colonos expulsados de África, los retornados, empobrecidos y señalados por sus compatriotas metropolitanos, que les culpaban de la muerte de tantos soldados en una guerra que pretendía defender sus privilegios.
Ricardo se apoya en una prosa aparentemente sencilla, pero poéticamente trabajada, para describir todos esos traumas lusos a través de los ojos y las manos de Duarte, nuestro Duarte, el hijo de la familia Mendes, pianista y futbolista frustrado, y admirador, a partes iguales, de Agostinho, Jordão, Van Basten y Johann Sebastian Bach.
Se supone que es su debut literario. Un debut deslumbrante y condensado en poco más de 200 páginas, algo impensable en el panorama editorial español, que jamás premiaría a un novel ni a un libro que pesara menos de un kilo.
País.
Su autor, João Ricardo Pedro, un ingeniero en paro que ganó con esta novela el premio Leya en 2011, arranca la narración cierto 25 de abril de 1974. Ambientada al inicio en una aldea con nombre de mamífero, desgrana la historia de una familia, los Mendes, marcada por el final de la dictadura salazarista, el shock que supuso para nuestros vecinos de península la guerra de Ultramar y la transformación que sufrió Portugal con la Revolución de los Claveles.
Es, desde luego, una novela de iniciación, de crecimiento y de madurez. Aunque, supongo, el retrato de la familia Mendes sea una excusa formidable para acercarnos a la historia reciente de Portugal, a los oscuros años de dictadura y represión, a la guerra en las selvas de Angola que enloqueció a tantos soldados portugueses, a unas gotitas de saudade por Lourenço Marques (hoy Maputo, la capital del entonces Mozambique portugués, la perla de su imperio colonial), y al regreso masivo de los cientos de miles de colonos expulsados de África, los retornados, empobrecidos y señalados por sus compatriotas metropolitanos, que les culpaban de la muerte de tantos soldados en una guerra que pretendía defender sus privilegios.
Ricardo se apoya en una prosa aparentemente sencilla, pero poéticamente trabajada, para describir todos esos traumas lusos a través de los ojos y las manos de Duarte, nuestro Duarte, el hijo de la familia Mendes, pianista y futbolista frustrado, y admirador, a partes iguales, de Agostinho, Jordão, Van Basten y Johann Sebastian Bach.
Se supone que es su debut literario. Un debut deslumbrante y condensado en poco más de 200 páginas, algo impensable en el panorama editorial español, que jamás premiaría a un novel ni a un libro que pesara menos de un kilo.
País.