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martes, 5 de diciembre de 2017

Comiendo sonrisas a solas, de Tadea Lizarbe

Esta es una novela que en su día causó cierto revuelo mediático en Navarra por su condición de finalista del Premio Planeta de 2014, premio tan denostado como anhelado, la verdad sea dicha, aunque esa sea otra historia y deba ser contada en otra ocasión, que diría Michael Ende.


Pues bien, pese a las dificultades que suelen encontrar para su publicación las novelas finalistas de los certámenes de la familia Lara, Comiendo sonrisas a solas llamó a las puertas (y las abrió) de la potente Ediciones B, lo cual le otorgó unas buenas condiciones de edición, promoción y distribución.


Pero, ¿son esas buenas condiciones garantía de calidad para una novela? De sobra sabemos que no, de sobra conocemos abrumadoras campañas de marketing que han acompañado a libros más bien discretitos.


Sin embargo, Comiendo sonrisas a solas sí que reúne una serie de elementos llamativos.


En esta novela, Tadea Lizarbe presenta una firme declaración (poco importa si unilateral o no) de intenciones literarias: apostar por la originalidad en la siempre difícil coctelería de la mezcla de géneros.


Así, la autora arriesga con audacia y espontaneidad en esta combinación curiosa de intriga, folletín romántico y autoayuda, hasta culminar en su mayor mérito, la construcción del personaje femenino que lleva la voz cantante (o narradora) de buena parte de la historia, un personaje neurótico, desesperante y tierno a partes iguales. Es decir, un personaje igualito-igualito a cualquiera que se acerque a sus páginas, lo que favorece sin duda la empatía del público.


Nos encontramos, pues, ante un debut notable, en el que destacan por encima de otros valores el riesgo, la ambición y el desenfado de la autora, lo que hace que sigamos con atención lo próximo que nos quiera traer.



sábado, 22 de octubre de 2011

Repasando marketing

Allá por el principio de los noventa, cuando tenía pelo y estudiaba la carrera de Económicas, teníamos una asignatura de Marketing. Siendo optativa, y como quiera que quien me conoce sabe de mi olfato para los negocios y mi visión de futuro, elegí otra, que no me debió de gustar porque no recuerdo cuál fue.

Aunque la verdad es que no me gustó ninguna. Pero ésa es otra historia.

Así que aquí estoy ahora, con ganas de darme a conocer a mí y a mi obra incipiente, investigando sobre esto del marketing en la red e intentando dejar mi huella en la blogosfera como Armstrong en la Luna, si es que aquello no fue un fraude, claro.

Para empezar, creo que quedará bien decir que hoy me he enterado de que soy finalista en un premio de relatos. En unos días se sabrá quién gana.

A ver si me toca.