Paso a paso, y desde hace ya un tiempo, Félix G. Modroño viene construyendo una carrera muy sólida, coronada en 2014 con el Premio Ateneo de Sevilla que conquistó con estos Secretos del Arenal.
Uno de los valores de esta novela es lo bien que mezclan las dos épocas y las dos geografías en las que está ambientada, un Bilbao de finales de siglo XX y una Sevilla de postguerra. Félix aprovecha esta circunstancia para combinar en sus dosis exactas tanto la intriga criminal como la histórica a través de la vida de dos mujeres separadas por los kilómetros y el tiempo, pero a las que la tragedia les ha tocado muy de cerca. Además, la trama nos permite viajar, a través de sus personajes, a la Sevilla golpista y revolucionaria de julio de 1936, a los viñedos de la Rioja Alavesa o a las estepas heladas en las que combatió la División Azul.
A este interés por desentrañar la intriga que recorre Secretos del Arenal hay que sumar otros dos valores, la calidad del lenguaje y la estructura narrativa que ha elegido el autor y la sensualidad que desprenden sus páginas, ya que Félix se ocupa de estimularnos los sentidos a conciencia, desde el olfato (muy logradas las descripciones de los aromas del vino y otros perfumes) hasta el tacto (podemos tocar la piel de los protagonistas en las escenas de sexo) pasando por el gusto (buen repaso a la gastronomía sevillana y vizcaina) y el oído (con música de Benito Lertxundi, por ejemplo).
Por tanto, nos encontramos ante una novela tremendamente bien escrita y que complacerá tanto a los amantes de las tramas criminales como a las personas interesadas por nuestro pasado reciente. A mí me ha gustado un huevo, desde luego.
Uno de los valores de esta novela es lo bien que mezclan las dos épocas y las dos geografías en las que está ambientada, un Bilbao de finales de siglo XX y una Sevilla de postguerra. Félix aprovecha esta circunstancia para combinar en sus dosis exactas tanto la intriga criminal como la histórica a través de la vida de dos mujeres separadas por los kilómetros y el tiempo, pero a las que la tragedia les ha tocado muy de cerca. Además, la trama nos permite viajar, a través de sus personajes, a la Sevilla golpista y revolucionaria de julio de 1936, a los viñedos de la Rioja Alavesa o a las estepas heladas en las que combatió la División Azul.
A este interés por desentrañar la intriga que recorre Secretos del Arenal hay que sumar otros dos valores, la calidad del lenguaje y la estructura narrativa que ha elegido el autor y la sensualidad que desprenden sus páginas, ya que Félix se ocupa de estimularnos los sentidos a conciencia, desde el olfato (muy logradas las descripciones de los aromas del vino y otros perfumes) hasta el tacto (podemos tocar la piel de los protagonistas en las escenas de sexo) pasando por el gusto (buen repaso a la gastronomía sevillana y vizcaina) y el oído (con música de Benito Lertxundi, por ejemplo).
Por tanto, nos encontramos ante una novela tremendamente bien escrita y que complacerá tanto a los amantes de las tramas criminales como a las personas interesadas por nuestro pasado reciente. A mí me ha gustado un huevo, desde luego.