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martes, 16 de octubre de 2012

Novela negra sudafricana (III)

Hasta 1916, Namibia fue conocida como el África Sudoccidental Alemana. Ese año, en el curso de la Primera Guerra Mundial, las tropas del general sudafricano Jan Smuts ocuparon el territorio. La Sociedad de Naciones y, posteriormente, la ONU, confirmaron el mandato sudafricano sobre la antigua colonia alemana.

En los años 60, las Naciones Unidas ordenaron al gobierno de Pretoria la descolonización de Namibia, orden que Sudáfrica desoyó, anexionándose el país, hasta que, en 1990, y ya en los albores de la caída del apartheid, se proclamó la independencia.

Fue en esa Namibia ocupada en la que la londinense Margie Orford fue criada. Activista antiapartheid, fue perseguida por el régimen segregacionista sudafricano. Parte de sus actuaciones se centraron en la denuncia de la explotación sexual de mujeres en el sur de África, eje central de la novela Preciso como un reloj, publicada en España en 2009 por Roca Editorial.

Muchas veces vemos la novela negra como divertimento, como ejercicio mental en el que resolver un misterio y disfrutar de personajes socarrones y cínicos y de una literatura mejor o peor elaborada.

Ese tópico se desmonta en esta novela, desasosegante y dramática, que describe crudamente las redes de prostitución y pornografía infantil de la Sudáfrica post-apartheid. Superadas tantas décadas de racismo institucionalizado, el país se ha convertido en una nación multirracial y democrática, pero acosada también por las desigualdades socioeconómicas y la corrupción.

Llama la atención cómo la autora elude etiquetar a sus personajes en función del color de su piel, pero también critica veladamente el distinto modo en el que se dedican recursos a la investigación de una serie de asesinatos cuando las víctimas son adolescentes de apellidos europeos.

Preciso como un reloj es un espejo de esa Ciudad del Cabo actual, cosmopolita, imán para la inmigración del resto de África. Esta nueva Sudáfrica multiétnica queda reflejada en las complejas relaciones que se establecen entre un inspector de origen indomusulmán, Riedwaan Faizal, y Clare Hart, periodista y asesora de la policía, de raza blanca.

Margie Orford se constituye, pues, en un referente ineludible de esa emergente literatura negra sudafricana, junto a nombres consagrados comos los de Deon Meyer y James McClure, al que homenajea apellidando Swanepoel a una de las víctimas, igual que el niño chivato y aficionado a la investigación policial de El leopardo de la medianoche.

Margie, fotografiada por Brooke Fasani
 

viernes, 8 de junio de 2012

Los fantasmas de Kolmannskuppe

Andaba esta tarde haciendo zapping, a la caza de algún canal en el que ver la ceremonia inaugural de la Eurocopa 2012 de Polonia y Ucrania cuando me he encontrado un programa horroroso sobre una vieja conocida, Kolmannskuppe.

Es éste el nombre alemán de una ciudad fantasma en el desierto del Namib, en Namibia. Fundada a comienzos del siglo XX por colonos alemanes, fue territorio dependiente del II Reich del kaiser Guillermo hasta su ocupación por fuerzas sudafricanas en 1915, en el curso de la Primera Guerra Mundial.

Residencia de Hans Horlein, gerente de la mina de diamantes


Digo que Kolmannskuppe (o Kolmanskop en afrikaans) es una vieja conocida porque redacté algunas localizaciones para Beautiful Rhodesia en ese escenario. Al final no las incluí en la novela, aunque en ella sí se mencionan las aventuras de los mineros alemanes cazadores de diamantes y de los nativos, prácticamente esclavizados, de las etnias nama y herero.

Un siglo después de su época de esplendor, Kolmannskuppe es una ciudad fantasma, invadida por las dunas del desierto.

En el programa que he visto hoy, una cuadrilla de yankis descebrados buscaba presencias paranormales en los edificios abandonados.

Sí os dejo, en cambio, este interesantísimo vídeo en el que, pese a la arena, parece que de cualquier esquina te va a salir un alemán namibio de la época con sus bigotones y su cerveza.

Igual es eso lo que buscaban los cazafantasmas americanos del programita.