Este lunes se cumplen sesenta y cuatro años del asesinato de Mohandas Gandhi, el Mahatma, símbolo mundial de la no violencia y la desobediencia civil.
El riesgo de guerra civil entre las comunidades hindú y musulmana le llevó a aprobar, pese a no ser plato de su gusto, la partición de la India británica en dos estados, uno de mayoría hindú (Unión India) y otro de mayoría musulmana (Pakistán, que más tarde sufriría una escisión, denominada Bangla Desh). Esta decisión le costó la vida el 30 de enero de 1948.
Nacido en 1869 y abogado de profesión, el escaso éxito de su carrera en la India le llevó a aceptar un trabajo en Sudáfrica. Pese a estar acostumbrado al trato discriminatorio por parte de los británicos en su país natal, la situación de los no blancos en Sudáfrica supuso para él un cambio radical en su concepción de la vida.
En la inolvidable película de Attenborough y en la que Ben Kingsley estuvo simplemente espléndido, se rememora la humillación que sufrió el joven abogado Gandhi, impecablemente vestido con su traje de sastre inglés comprado en Londres, en un viaje en tren a Pretoria. Su pretensión de viajar en primera le llevó a ser golpeado y abandonado en un apeadero.
A lo largo de sus veintidós años en Sudáfrica peleó por los derechos civiles de la minoría india, muy numerosa sobre todo en las provincias de Natal y Transvaal. Sus métodos de resistencia pasiva y desobediencia civil obligaron al gobierno sudafricano a negociar con su Partido Indio del Congreso.
A su regreso a la India, en 1915, fue recibido como un héroe y abandonó paulatinamente su estilo de vida y vestimenta occidental y profundizó en la filosofía y la espiritualidad.
Y no tardó en erigirse en uno de los líderes del nacionalismo indio frente al colonialismo británico, junto a Pandit Nehru, Sen Gupta y Chandra Bose, entre otros.
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El riesgo de guerra civil entre las comunidades hindú y musulmana le llevó a aprobar, pese a no ser plato de su gusto, la partición de la India británica en dos estados, uno de mayoría hindú (Unión India) y otro de mayoría musulmana (Pakistán, que más tarde sufriría una escisión, denominada Bangla Desh). Esta decisión le costó la vida el 30 de enero de 1948.
Nacido en 1869 y abogado de profesión, el escaso éxito de su carrera en la India le llevó a aceptar un trabajo en Sudáfrica. Pese a estar acostumbrado al trato discriminatorio por parte de los británicos en su país natal, la situación de los no blancos en Sudáfrica supuso para él un cambio radical en su concepción de la vida.
En la inolvidable película de Attenborough y en la que Ben Kingsley estuvo simplemente espléndido, se rememora la humillación que sufrió el joven abogado Gandhi, impecablemente vestido con su traje de sastre inglés comprado en Londres, en un viaje en tren a Pretoria. Su pretensión de viajar en primera le llevó a ser golpeado y abandonado en un apeadero.
A lo largo de sus veintidós años en Sudáfrica peleó por los derechos civiles de la minoría india, muy numerosa sobre todo en las provincias de Natal y Transvaal. Sus métodos de resistencia pasiva y desobediencia civil obligaron al gobierno sudafricano a negociar con su Partido Indio del Congreso.
A su regreso a la India, en 1915, fue recibido como un héroe y abandonó paulatinamente su estilo de vida y vestimenta occidental y profundizó en la filosofía y la espiritualidad.
Y no tardó en erigirse en uno de los líderes del nacionalismo indio frente al colonialismo británico, junto a Pandit Nehru, Sen Gupta y Chandra Bose, entre otros.
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