miércoles, 17 de septiembre de 2014

Yonqui, de Paco Gómez Escribano

Paco Gómez Escribano arrancó su carrera novelística con dos thrillers esotéricos, El círculo alquímico y Al otro lado, publicados por Ledoria, en los que supo manejarse muy bien entre dos géneros tan complejos como el misterio y la fantasía.

Suelen decir que los buenos escritores crecen con cada libro, y con Yonqui Paco ha crecido un par de palmos, por lo menos.

Se ha ido a su barrio, Canillejas, a contarnos la vida del Botas, drogata y chorizo, en una novela negra pero negra de verdad, amarga, dura, repleta de drogas, sexo y rock&roll.

Empleando de forma sublime el lenguaje quinqui, nos baja a los infiernos de la heroína de finales de los setenta y principios de los ochenta, una jeringuilla que tantas vidas segó, en su barrio y en todas partes. Con estos ingredientes, Paco cocina una historia de muerte, de delincuencia, de amor y de redención, nos narra una vida avinagrada con toques de esperanza, y le acaba saliendo un libro que se nota que está parido con las tripas.

Dice Paco que con esta novela inaugura un género, el thriller quinqui.

Pero Yonqui es más, muchísimo más.

Lo ha bordao.

Y que siga.

martes, 9 de septiembre de 2014

La sombra de Caín, de Alejandro Pedregosa

Por si la cantera no diera frutos suficientes, la literatura negra navarra ha estado haciendo fichajes flamantes durante el último par de décadas. Jon Arretxe, Reyes Calderón, Dolores Redondo o Carlos Bassas son claros ejemplos.

La incorporación más reciente es la del andaluz Alejandro Pedregosa, al que le ha dado por irse a vivir a Sarriguren, esa ciudad-barrio de la que Patxi Irurzun es el rey, literario, se entiende, que si no, me sacude.

Alejandro, Pepo, ha triunfado con tres novelas policíacas ambientadas en tres lugares y tiempos muy concretos, la Pamplona sanferminera en Un extraño lugar para morir, el Camino de Santiago en Un mal paso y la Puerta del Sol del 15M en A pleno sol.



A sus poemarios hay que añadir esta recopilación de relatos, La sombra de Caín, que fueron publicados en su momento en periódicos como Sur, Ideal o El Diario Vasco.

En esta colección, Pedregosa, fan acérrimo de la Real (nadie es perfecto) saca lo más negro de sí mismo a través de unos personajes implicados en corruptelas políticas, tráfico de drogas, robo de bebés o mafias internacionales.

Pero, sin duda, la verdadera protagonista de este librito es la venganza.

Así que, después de esta tarde de lectura, me quedo con dos cositas, una, que no pienso cabrearle, y dos, que voy a seguir leyéndole.

 

miércoles, 11 de junio de 2014

Fin de la Feria del Libro de 2014

Este mediodía he visto en la plaza del Castillo cómo desmontaban las últimas casetas de la Feria.

Con un bonito colofón el sábado pasado en el que estuvimos presentando nuestro Peñas de Pamplona, una historia viva, di por terminadas mis excursiones y esos pequeños chandríos a la cartera (hay que ser prudente, tenemos San Fermín a la vuelta de la esquina).

Estos son, pues, los libros con los que me hecho para pasar las tardes del próximo verano:
  • El hombre selvático, de Ignacio Lloret.
  • Atrapados en el paraíso, de Patxi Irurzun.
  • Nada que perdonar, de Alberto Ladron Arana.
  • Sombras de la nada, de Jon Arretxe.
  • Nos vemos allá arriba, de Pierre Lemaitre.
  • Momentazos de los gigantes de Pamplona en el cine, de Ramón Herrera
Y, como decía, dependiendo de los estropicios sanfermineros, en julio buscaré lo último de Paco Gómez Escribano, Ismael Martínez Biurrun, Jose Javier Abasolo, Javier Díez Carmona, Juan Laborda y alguno más.

 

sábado, 24 de mayo de 2014

El plan Bérkowitz, de Mario J. Les

Quienes no profundizan demasiado en la realidad de la narrativa navarra (si es que lo hacen), suelen achacarle una cierta monotonía temática, acusándola de demasiado pegada a temas locales, ya sean históricos o políticos.

Ignoran la gran variedad de géneros y escenarios que manejamos, ignoran nuestra capacidad para contar historias intimistas, sí, pero también otras habilidades narrativas que nos pueden llevar al terror, al género policíaco, la ciencia ficción o al thriller.

El plan Bérkowitz es un ejemplo de lo que comento. Su autor, Mario J. Les, nos traslada con audacia desde los escenarios navarros a los parques nacionales africanos, pasando por los atroces campos de concentración de la Segunda Guerra Mundial. Con una premisa tan ambiciosa, Mario construye un thriller que desgrana la historia de una familia navarro-judía, los Bérkowitz, a lo largo de sesenta años.

Con algunos errores propios del novelista novato (de esto sé mucho), Mario demuestra en esta novela-debut que sabe cómo dosificar una trama tan adictiva en capítulos cortos y dotados de ritmo, donde, además, destaca una profunda labor de documentación para construir unos escenarios verosímiles, a caballo entre el National Geographic y el History Channel.

Si a esta consideración unimos la calidad narrativa de muchas de sus escenas, El plan Bérkowitz supone una propuesta más que atractiva para quienes nos sentimos fascinados por los paisajes africanos y las historias de espías y nazis.

Aunque haya quien piense que se trata de un género menor.

PD.- Esta novela, también, puede arrancarte una sonrisa si te gustaba el baloncesto europeo de los años 70 y 80, empleando un truco similar al de Carlos Bassas en El honor es una mortaja.

 

jueves, 22 de mayo de 2014

Beautiful Rhodesia, en Microcosmos Literario

María José Aguilar Rueda, ganadora del López Torrijos 2013 con Siete puentes sobre el Sena, comenta con amabilidad Beautiful Rhodesia que, años después me sigue dando alegrías como esta.

Muchas gracias, pues, María José.



Beautiful Rhodesia, de Carlos Erice Azanza, fue la ganadora del III Certamen López-Torrijos y Montalvá. Desde que la tuve en mis manos, llamó poderosamente mi atención. Cuando leí la sinopsis, supe que me gustaría. Y así ha sido. 

La ambientación de la novela sobresale en una trama construida sobre el enigma de la muerte de la hija del embajador español en Zimbabwe. La historia nos traslada a Rhodesia, lugar que llegamos a contemplar con nuestros propios ojos gracias a las cuidadas descripciones que Carlos nos ofrece. Podemos ver cada uno de los escenarios en los que transcurre la acción como si estuviésemos frente a ellos. Miguel Arnaiz y Sandra Bokosa, encargados de investigar la muerte de la joven, se presentan como personajes complejos que tienen que hacer frente a las contradicciones que el desempeño de sus funciones generan. 
 
 
 

lunes, 12 de mayo de 2014

Los surcos del azar, de Paco Roca

Comentaba el otro día en el club de lectura de la Biblioteca Pública de San Jorge, que, aparte de las amistades que se forjan y de las tertulias que las cimentan, lo mejor que saco de esas reuniones mensuales es el descubrimiento de libros y autores en los que no había reparado. O para los que no había sacado tiempo.

Pues bien, uno de los mayores hallazgos de este curso ha sido el de la novela gráfica. Siempre me ha gustado el cómic, de pequeño era un comprador compulsivo de Don Mikis, Mortadelos y TBOs, y siempre defenderé a Tintín y Astérix. Pero, como decía, en el club de lectura he descubierto una variante del género, la novela gráfica.

Así, este año he tenido la oportunidad de disfrutar de Maus y de Píldoras azules. Y, gracias a ellos, me he acercado a Paco Roca, autor de Los surcos del azar, que me ha dejado la boca más abierta que la de los leones de los buzones de Correos en el paseo de Sarasate.

A caballo entre dos lenguajes, el literario y el cinematográfico, Paco Roca recrea la epopeya de ese grupo de republicanos españoles que, tras huir de Alicante a finales de marzo de 1939, sufrir como esclavos en la construcción del Transahariano que debía unir Argel con Níger y enrolarse en el ejército de la Francia Libre, liberaron París de los nazis en agosto de 1944.

Esta aventura, pese a ser poco conocida, va haciéndose hueco en la literatura española (me viene a la cabeza Morir bajo dos banderas, de Alejandro M. Gallo) y comienza así a saldarse la deuda histórica contraída con aquel puñado de luchadores antifascistas.

Como Art Spiegelman en Maus y Frederik Peeters en Píldoras azules, Paco Roca no duda en convertirse a sí mismo en un personaje más de Los surcos del azar, protagonista de una serie de entrevistas con uno de esos veteranos republicanos que le confía sus memorias y recuerdos, con sus luces y sombras. Curiosamente, y al contrario del estándar cinematográfico, Paco Roca emplea el color para las escenas de los años 40 y el blanco y negro para las actuales.

Excelentemente narrada y dibujada (memorables las escenas de batalla y, sobre todo, la entrada de La Nueve en París en la madrugada del 24 de agosto de 1944), Los surcos del azar confirman a Paco Roca como uno de los grandes autores europeos de la novela gráfica actual.

No os la perdáis.


 

martes, 6 de mayo de 2014

II Potes y Libros

Después del exitazo de la primera edición, de la mano de Patxi Irurzun, la Peña Anaitasuna vuelve a la carga con sus tardes de Potes y Libros.

En esta ocasión, con una nueva cita del libro Peñas de Pamplona, una historia viva dentro de su gira europea, tras los éxitos arrolladores en nuestra Plaza de Toros y la Peña Sanduzelai.

Contaremos con la presencia de un plantel inigualable encabezado por Ángel Zapata, Enrike Huarte y un servidor y, esperemos, con la de otras grandes estrellas como Amaia Iribarren, Ruth González Plumed, Lolo Lara, Katxo Irisarri, Javier García Zabalza y, como invitado especial, uno de nuestros pintapancartas más afamados, Roberto Flores.

Estamos, asimismo, en condiciones de confirmar nuestros siguientes bolos, el 4 de junio en la Peña Rotxapea y el 7 de junio en la Feria del Libro en la plaza del Castillo.

Os esperamos, pues, el próximo viernes 16 de mayo, a las 20.00, en la Peña Anaitasuna, calle San Francisco 14, para echarnos unos potes y hablar de libros.

 

lunes, 28 de abril de 2014

Donde viven los dioses menores, de Jokin Azketa

El problema de ir acumulando libros en casa radica en que no siempre dispones del tiempo suficiente para hincarles el dedo, de modo que al final siempre acabas leyendo novedades cuando ya no lo son.

Así, cuando Jokin Azketa consiguió ser finalista del Premio Desnivel en 2011 con Donde viven los dioses menores, rápidamente me hice con la novela, pero su talento me ha superado, pues en 2013 tuvo mayor fortuna y se llevó el premio con Lo que la nieve esconde. Tiempo tendré de leerla, claro, pero me gusta ir en orden.

Soy criatura del asfalto o, más bien, del adoquín, por aquello de vivir en este viejo burgo de Navarrería, de ahí que el monte nunca me haya atraído especialmente. Pues eso, siendo como soy ignorante de casi todo lo que tenga que ver con la montaña, lo que nunca pude esperar al empezar a leer Donde viven los dioses menores fue encontrarme con una novela claustrofóbica.

Porque lo que Jokin me ha transmitido, de forma contundente, todo hay que decirlo, ha sido eso, claustrofobia. Resulta paradójico, sí, pero esos espacios blancos, abiertos y helados del Pirineo resultan espeluznantemente opresivos en las manos de Jokin, a través de un grupo de personajes envueltos en una historia más cercana al terror psicológico que a la literatura de viajes.

Al más puro estilo teatral de Diez negritos, Donde viven... atrapa con una atmósfera, unos caracteres y un suspense poderosos en el que también hay espacio crítico para esos gurús que tan de moda se han puesto hoy en día, esos charlatanes que basan su exitosa verborrea en temas tan manidos como la superación y la capacidad de emprender.

Todo ello, además, con una capacidad narrativa de lujo que, a quienes nos gusta la literatura, nos deja la mar de felices (aunque con el alma en vilo).

Pues eso, que ojito con Jokin Azketa, otra de las estrellas emergentes de la literatura de este pequeño país pegado al Pirineo, que diría Pep Guardiola.



 

lunes, 21 de abril de 2014

A las 10 en el Diez

Aitor Iragi Eraul, vecino, peñakide, colega, amigo y un sinfín de cosas más, presenta este viernes 25 de abril, a las 19.30, en la Sala de Calderería 11, su primera novela, A las 10 en el Diez.

Y va el muy inconsciente y me pide que le escriba el prólogo.

Pues ahí os lo dejo, en plan filtración, para que luego os quejéis de que no suelto exclusivas.



 

Correr es de cobardes.

         De cobardes, dicen.

         Salvo que sean las ocho de una mañana de julio en la cuesta de Santo Domingo y, periódico en mano y pañuelo rojo al cuello, nos encontremos al autor de esta novela, pegado al muro y de blanco inmaculado, más o menos. A esas horas de gorriones, cohetes, cencerros y pezuñas, defendiendo dos cosas que ama, su lengua y su pellejo. Ahí es nada. Para que luego digan.

         Correr es de valientes, pues.

         Y no solo correr.

         En estos tiempos de prisas, de búsqueda de la inmediatez, de la velocidad, de lo instantáneo, como si fuéramos una sociedad Nesquik, plantearse proyectos a medio y largo plazo denota, no ya valentía, sino temeridad. Eso y no otra cosa demostró Aitor el día que se dijo
ya estoy listo, ya puedo empezar, quiero contar una historia, mi historia, tu historia, nuestras historias, la de los años más convulsos de nuestra tierra, aquellos en los que Navarra perdió su independencia, y la de los años más convulsos de su vida, la de Aitor, cuando se hizo adolescente y, supongo, le salieron granos y le partieron el corazón en días alternos.

         Hay que ser valiente, sí, muy valiente, para dedicar tantos meses de tu tiempo a pensar, hilvanar, investigar, trenzar y encajar una novela inverosímil —o no— que discurre a lo largo de casi quinientos años de grandes y pequeños sucesos, de historia y de intrahistorias como diría Unamuno, entre castillos, caballeros y doncellas renacentistas, brazos incorruptos, polis corruptos, música punk, radios libres y korrikas.

         Pasajes demenciales, hilarantes, se unen a otros que nos invitan a la reflexión, a cuestionarnos nuestro entorno, quién sabe si cambiante o eterno, y a un claro interés de comunicar al público quién es, dónde va y de dónde viene este pueblo navarro, tan humilde y humillado como orgulloso.

         Escribir es de valientes.

         Dicen.

         Digo.

         Y Aitor lo es.

         Yo ya lo sabía.





 

jueves, 20 de marzo de 2014

Siete puentes sobre el Sena, de María José Aguilar Rueda

Por motivos que no vienen al caso, llevo mucho tiempo intrigado con el Sena y, en particular, con uno de sus puentes.

Por eso, cuando me enteré que la novela ganadora del López Torrijos y Montalvá de 2013 se titulaba Siete puentes sobre el Sena, supe de inmediato que María José Aguilar me había ganado como lector.

Al igual que sus predecesoras en el palmarés del certamen, con la excepción de la edición de 2011 (sic), esta novela no es una novela, es un novelón. Afirma María José que es la primera que ha escrito, eso solemos decir todos, aunque hayamos emborronado miles de páginas de historias antes de llegar a ver una publicada, pues bien, de ser cierto, podemos decir que hemos descubierto a una autora que ha nacido con talento para contar historias, para dosificarlas a lo largo de unos capítulos que saben agarrarte la mano y llevártela a pasar página tras página, para avanzar con la protagonista en el descubrimiento de los secretos de la vida de su abuela, viajando de la España rural actual al París de finales de los años 40 del siglo pasado.

Con pinceladas de historia romántica, combinada con toques de misterio, María José es equilibrada en las formas y en la trama, sabe evitar caer en la cursilería, en el lenguaje almibarado o en investigaciones inverosímiles. Adorna la novela, además, con guiños a algunos de mis ídolos literarios juveniles como Tolkien, Ende, Hergé o Conan Doyle y muestra un cariño desmedido por las formas tradicionales de edición de libros.

Siete puentes sobre el Sena es, pues, una novela imprescindible para quienes gusten de las historias bien hilvanadas, concisas, cercanas y bien escritas.

Confío en que este premio la impulse en este mundo que, a la vista está, se le da tan bien.

Enhorabuena.


María José, con José María López Torrijos y Jesús Muñoz (foto del blog de la autora)