A estas alturas de la película, no es sorpresa para nadie confesar que me gustan las historias africanas. Me gusta leerlas y me gusta escribirlas.
Por eso, cuando hace unos meses Ledoria anunciaba la publicación de El cooperante, novela ambientada en Guinea Ecuatorial, empecé a salivar.
Javier Oliva vino a presentarla a Pamplona, a Elkar Comedias, la vieja Xalbador, a finales de marzo. Congregó a un buen número de fans latentes, a los que nos contagió su pasión verborreica por África. Yo, claro, salivando aún más.
Porque este tío ha sabido mezclar sabiamente en un novelón de más de setecientas páginas la crónica del trabajo cotidiano de un grupo de cooperantes en la vieja colonia española con una absorbente trama de tráfico de drogas y armas.
Y ha conseguido dibujar un personaje, Héctor Boomerang, cínico, descreído y contradictorio, que ha pasado a formar parte de la galería de los mejores agentes secretos que me he encontrado en mi vida lectora. Quién sabe si algún día a Javier le da por recuperarlo y mandarlo de nuevo a África.
Merecería la pena.
Porque El cooperante es todo un regalo para los amantes de los etnothrillers.
Por eso, cuando hace unos meses Ledoria anunciaba la publicación de El cooperante, novela ambientada en Guinea Ecuatorial, empecé a salivar.
Javier Oliva vino a presentarla a Pamplona, a Elkar Comedias, la vieja Xalbador, a finales de marzo. Congregó a un buen número de fans latentes, a los que nos contagió su pasión verborreica por África. Yo, claro, salivando aún más.
Porque este tío ha sabido mezclar sabiamente en un novelón de más de setecientas páginas la crónica del trabajo cotidiano de un grupo de cooperantes en la vieja colonia española con una absorbente trama de tráfico de drogas y armas.
Y ha conseguido dibujar un personaje, Héctor Boomerang, cínico, descreído y contradictorio, que ha pasado a formar parte de la galería de los mejores agentes secretos que me he encontrado en mi vida lectora. Quién sabe si algún día a Javier le da por recuperarlo y mandarlo de nuevo a África.
Merecería la pena.
Porque El cooperante es todo un regalo para los amantes de los etnothrillers.