La Revista Calibre .38 es una de las más relevantes en el mundo del género negro. El pasado jueves 19 de noviembre Ricardo Bosque publicó esta reseña sobre Orán ya no te quiere, con el telón de fondo de los atentados de París.
"Orán ya no te quiere", de Carlos Erice Azanza, por Ricardo Bosque
"Orán ya no te quiere", de Carlos Erice Azanza, por Ricardo Bosque
Ricardo Bosque
Comienzo a redactar esta reseña apenas cuarenta y ocho horas después de los terribles atentados cometidos en París por unos descerebrados integristas en nombre de un tal Alá que, como cualquier otro dios y por lo que a mí respecta, ni está ni se le espera. Atentados cometidos por unos tiranos -barbudos en este caso como los ha habido perfectamente rasurados en otros momentos de la Historia- que, como caracteriza a todos ellos, no soportan que la gente sea libre, que baile, que beba o que ría a mandibula batiente: lo suyo es el terror sin más, la opresión, el miedo, odian la vida como Hitler odiaba que los berlineses se divirtieran hasta el amanecer o como Franco prefería las mantillas negras a los festejos no religiosos o directamente carnavalescos.
Arranca Orán ya no te quiere en Argelia, en 1962 -aunque la historia que aquí nos interesa bien pudiera comenzar en 1830, en el inicio de la colonización francesa-, con una impactante imagen que será -más adelante lo sabremos aunque de momento lo intuyamos- el detonante de lo que está por suceder en la Pamplona más actual, en el entorno familiar de Leire, una veinteañera que sobrevive sirviendo desayunos y copas en un bar y aprovecha sus ratos libres para visitar a su abuelo Peio en la residencia de ancianos en la que vive desde hace algún tiempo. La única de la familia que le visita, por cierto.
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Comienzo a redactar esta reseña apenas cuarenta y ocho horas después de los terribles atentados cometidos en París por unos descerebrados integristas en nombre de un tal Alá que, como cualquier otro dios y por lo que a mí respecta, ni está ni se le espera. Atentados cometidos por unos tiranos -barbudos en este caso como los ha habido perfectamente rasurados en otros momentos de la Historia- que, como caracteriza a todos ellos, no soportan que la gente sea libre, que baile, que beba o que ría a mandibula batiente: lo suyo es el terror sin más, la opresión, el miedo, odian la vida como Hitler odiaba que los berlineses se divirtieran hasta el amanecer o como Franco prefería las mantillas negras a los festejos no religiosos o directamente carnavalescos.
Arranca Orán ya no te quiere en Argelia, en 1962 -aunque la historia que aquí nos interesa bien pudiera comenzar en 1830, en el inicio de la colonización francesa-, con una impactante imagen que será -más adelante lo sabremos aunque de momento lo intuyamos- el detonante de lo que está por suceder en la Pamplona más actual, en el entorno familiar de Leire, una veinteañera que sobrevive sirviendo desayunos y copas en un bar y aprovecha sus ratos libres para visitar a su abuelo Peio en la residencia de ancianos en la que vive desde hace algún tiempo. La única de la familia que le visita, por cierto.
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