Pocas veces me pongo con tantas ganas a comentar una novela. Me gustan muchas, claro, y lo suelo contar. Sin embargo, las joyas son escasas aunque, de vez en cuando, aparecen.
Correr a ciegas descansaba sobre la chimenea desde hace unos meses, esperando su turno, que por fin le ha llegado, y me ha pasado por encima.
Una novela que arranca citando a Antonio Flores y a Barricada promete.
Una novela que urde una trama apasionante, que te lleva de Bilbao a la Nicaragua sandinista y postsandinista, del Arenal a Managua, de la Ría a los lagos y volcanes nicaragüenses y la Cruzada Nacional de Alfabetización, promete.
Una novela que bucea en el alma de un abertzale, que en cierto modo coquetea con ETA y al mismo tiempo reniega de ella, promete.
Una novela con personajes contradictorios, difíciles, aquejados por complejos de culpa, por la miseria, por el desamor o por la heroína, promete.
Pero una novela que es, en cada página, una lección de literatura, no es una novela, no, es un novelón.
Con Javier Díez Carmona me he cruzado en algún que otro certamen de narrativa que, obviamente, siempre se ha llevado él. Intuía las razones leyendo los relatos que cuelga en su web. Pero este thriller apabullante me ha dejado indefenso, con la sensación de que me queda mucho por aprender.
Creo que pronto publicará otra.
En ascuas me tiene.
Correr a ciegas descansaba sobre la chimenea desde hace unos meses, esperando su turno, que por fin le ha llegado, y me ha pasado por encima.
Una novela que arranca citando a Antonio Flores y a Barricada promete.
Una novela que urde una trama apasionante, que te lleva de Bilbao a la Nicaragua sandinista y postsandinista, del Arenal a Managua, de la Ría a los lagos y volcanes nicaragüenses y la Cruzada Nacional de Alfabetización, promete.
Una novela que bucea en el alma de un abertzale, que en cierto modo coquetea con ETA y al mismo tiempo reniega de ella, promete.
Una novela con personajes contradictorios, difíciles, aquejados por complejos de culpa, por la miseria, por el desamor o por la heroína, promete.
Pero una novela que es, en cada página, una lección de literatura, no es una novela, no, es un novelón.
Con Javier Díez Carmona me he cruzado en algún que otro certamen de narrativa que, obviamente, siempre se ha llevado él. Intuía las razones leyendo los relatos que cuelga en su web. Pero este thriller apabullante me ha dejado indefenso, con la sensación de que me queda mucho por aprender.
Creo que pronto publicará otra.
En ascuas me tiene.
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