Ya lo han dicho otras personas antes que yo, pero El crimen del sistema métrico decimal ofrece unos valores que hacen de esta una novela más que recomendable.
A la recreación meticulosa del Madrid decimonónico, se une el análisis de una serie de factores que provocaron la crisis que afectó a la España de la época: amenazas a la unidad nacional (la hispanocaribeña de entonces, claro), corrupción financiera y política, terrorismos, bancos especuladores, servidores que se servían de lo público... Como podéis ver, nada de esto resulta ajeno al lector o lectora del siglo XXI.
A estos valores ya ensalzados por otras críticas, me gustaría añadir otros como la elaboración de una trama de investigación reposada (lejos de esas tramas trepidantes que tanto nos estresan en la mayoría de la narrativa policiaca actual), una investigación llevada a ritmo burocrático y funcionarial, ritmo lento pero implacable, en la que el autor no esconde (incluso aprovecha) las influencias de su otra profesión.
Ese estilo sosegado también se traslada a la trama amorosa de la novela, ajena asimismo a esos romances tórridos y salvajes que se suponen imprescindibles en el thriller actual.
Por estos valores, por su originalidad y por su deliberada intención de huir de tópicos manidos en el género, Miguel Izu y El crimen del sistema métrico decimal están cosechando el éxito que se merecen.
Y yo que me alegro.