No a todo el mundo le entusiasma Orán ya no te quiere; es decir, no todo el mundo es como tú, amable lector o lectora, que te deshaces en elogios hacia este novelita. Esperando que luego te invite a un pote, claro.
Pues bien, no hace mucho, el prestigioso blog Anika entre libros le dedicó un espacio a Orán. Hay cosas de las que ahí se dicen que no me gustan y otras con las que puedo estar de acuerdo pero, de todos modos, agradezco el tono y la crítica. Y eso que tengo un ego desmesurado, como bien sabéis.
Así que ahí os dejo la reseña de Cristià Serrano que, por cierto, si la lees varias veces, resulta hasta elogiosa.
El inicio de la novela es prometedor. Tiene un estilo literario bastante acertado para captar la atención del lector y tiene un dinamismo rápido y versátil. Pero eso en el inicio. Luego, cuando toda esa técnica narrativa se repite hasta el final, esa promesa pasa a ser palabras que se lleva el viento y un final bastante predecible, o, como mínimo, poco sorprendente.
El estilo. El autor optó por una forma de narrar que es muy recurrente en grandes autores de suspense. Escritores como Stephen King o Ken Follett utilizan en algunas de sus novelas el narrador múltiple, es decir, la aparición de distintos narradores. Eso ayuda a la versatilidad y al dinamismo de la novela, haciendo que esa pluralidad resulte interesante al presentarnos diferentes puntos de vista e ir descubriendo secretos. Carlos Erice Azanza hace un buen uso de él pero personalmente se queda algo corto. Podría haberlo explotado mucho más. Podría haber abusado de muchas más vueltas de tuerca y de sobre todo un clímax mucho más candente y sorprendente. Al final, el resultado se queda en que parte en una carrera y llega a la meta asfixiado.
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Pues bien, no hace mucho, el prestigioso blog Anika entre libros le dedicó un espacio a Orán. Hay cosas de las que ahí se dicen que no me gustan y otras con las que puedo estar de acuerdo pero, de todos modos, agradezco el tono y la crítica. Y eso que tengo un ego desmesurado, como bien sabéis.
Así que ahí os dejo la reseña de Cristià Serrano que, por cierto, si la lees varias veces, resulta hasta elogiosa.
El inicio de la novela es prometedor. Tiene un estilo literario bastante acertado para captar la atención del lector y tiene un dinamismo rápido y versátil. Pero eso en el inicio. Luego, cuando toda esa técnica narrativa se repite hasta el final, esa promesa pasa a ser palabras que se lleva el viento y un final bastante predecible, o, como mínimo, poco sorprendente.
El estilo. El autor optó por una forma de narrar que es muy recurrente en grandes autores de suspense. Escritores como Stephen King o Ken Follett utilizan en algunas de sus novelas el narrador múltiple, es decir, la aparición de distintos narradores. Eso ayuda a la versatilidad y al dinamismo de la novela, haciendo que esa pluralidad resulte interesante al presentarnos diferentes puntos de vista e ir descubriendo secretos. Carlos Erice Azanza hace un buen uso de él pero personalmente se queda algo corto. Podría haberlo explotado mucho más. Podría haber abusado de muchas más vueltas de tuerca y de sobre todo un clímax mucho más candente y sorprendente. Al final, el resultado se queda en que parte en una carrera y llega a la meta asfixiado.
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