Hace unos días, la versión digital de Fiat Lux, la revista especializada en literatura negra y periodismo digital, me publicó El rencor siempre tiene buena memoria, este cuento negro y africano, a caballo entre el presente y el pasado colonial de Guinea Ecuatorial. Vamos, en mi línea.
Llueve. A mares. Como si nunca fuera a parar. Y, pese a los años, no terminas de acostumbrarte. No, no terminas.
Aunque allá hubiera épocas en las que caía igual.
O más, incluso, mucho más.
Rodeas la taza de chocolate caliente con tus manos heladas mientras observas la cristalera empañada; figuras con paraguas, figuras con prisas, figuras con bolsas. Algunas luces de Navidad adornan borrosas la plaza.
Desde luego, chica, quién te habrá mandado embarcarte en semejante aventura. En mala hora descubrió tu hija esa página web. Pero qué le vas a hacer, te puede la nostalgia, te puede.
Sí, la nostalgia.
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El rencor siempre tiene buena memoria
Los niños son crueles. Les gusta reírse del diferente, señalarlo, mofarse de él. Son verdaderos expertos en hacer sufrir al que consideren inferior o distinto.
Disfrutan.
Son sádicos.
Nadie, nadie como ellos para torturar a los demás.
Del diario de R.D.N., localizado entre sus efectos personales.
Número de registro 2013/AS-368
Cuerpo Nacional de Policía
Llueve. A mares. Como si nunca fuera a parar. Y, pese a los años, no terminas de acostumbrarte. No, no terminas.
Aunque allá hubiera épocas en las que caía igual.
O más, incluso, mucho más.
Rodeas la taza de chocolate caliente con tus manos heladas mientras observas la cristalera empañada; figuras con paraguas, figuras con prisas, figuras con bolsas. Algunas luces de Navidad adornan borrosas la plaza.
Desde luego, chica, quién te habrá mandado embarcarte en semejante aventura. En mala hora descubrió tu hija esa página web. Pero qué le vas a hacer, te puede la nostalgia, te puede.
Sí, la nostalgia.
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